miércoles, 8 de septiembre de 2010

PONENCIA SOBRE DRAMATURGIA

PONENCIA: LA DRAMATURGIA DEL ASOMBRO
AUTOR: INES MUÑOZ AGUIRRE 
I ACTO: ¿DRAMATURGIA? 
No puedo evitar mi asombro cuando abordo el tema en los círculos ajenos al teatro y debo explicar que se trata de que escribo teatro. Entonces me pregunto ¿Y para qué escribo teatro?
II ACTO: EL PROCESO No puedo evitar mi asombro cuando todo lo que me rodea me hace pensar que eso que acabo de ver, o lo que alguien me está contando, o lo que leo por allí en cualquier periódico o revista, casi siempre viejos porque nunca tengo tiempo de leer el del día, se puede convertir en una obra de teatro. Entonces me vuelvo loca porque siempre tengo tantas ideas en la cabeza que realmente no sé por donde empezar. Ante eso me invento escribir tres líneas sintetizando la historia para que no se me vaya a olvidar y es así como lleno mi computadora de paginas y páginas, de ideas que nunca tengo tiempo de escribir, pero que están allí, acumulándose y que hace un tiempo me obligaban a pensar que a lo mejor un día me robaban la computadora y listo, que se perderían con ella todas las ideas. Cuando empezaron a ponerse de moda los unipersonales con actrices de televisión y a llenarse los teatros como nunca se llenan con otro tipo de trabajo y otro tipo de actriz, una amiga que es una periodista bastante conocida en el medio donde se desenvuelve llegó y me dijo que quería que yo le escribiera algo, que ella estaba dispuesta a actuar. Bueno, me senté, conversé con ella sobre sus inquietudes, quería que el personaje fuera una periodista y en ese momento me fajé. Para mi me fajé quiere decir que un día cuando se acerca la fecha con la que me comprometí, abandono todo lo que me rodea, apago el celular que de todas maneras nunca atiendo y escribo y escribo sin parar. Terminé la obra. Llamé a mi amiga, en la noche mi fui hasta su casa para leérsela, ella no podía creer lo que estaba escuchando, según sus palabras era casi perfecta, exactamente lo que ella quería, total que para hacerles corto el cuento quedamos en desarrollar un poco más algunas cositas, al tenerla lista la imprimiría y ella se encargaría de lo demás, porque eso de dirigir si es verdad que no me gustaría hacerlo aunque no se debe decir nunca más. Bueno, al día siguiente un bendito plomero que fue a mi oficina a arreglar el bote de una poceta, se llevó mi computadora y yo me quedé que no lo podía creer. Allí empezó la tarea de disminuir el riesgo, ahora por lo menos lo que escribo en serio, es decir lo que termino, siempre lo tengo respaldado en otra computadora, grabado en un CD, en un disco duro portátil, lo imprimo y lo encuaderno, de casualidad que no lo pongo bajo mi almohada y duermo abrazada de ellas. Y a veces me pregunto ¿Y para qué? Pero aun en medio, insisto, de este asombro, me empeñó en seguir escribiendo, sin una disciplina especifica, la cual no niego que me encantaría tener, porque de tenerla, todas esas ideas que voy escribiendo por allí se convertirían en obras, pero no logro alcanzar tales virtudes y aunque en los últimos años he conseguido escribir dos obras por año, las escribo porque la idea me aborda de tal manera que me siento arranco a escribir y puedo pasar tres días robada por aquella pasión extraña y ya. Pasa de nuevo a convertirse en la angustia de acumular ideas. En ese proceso he descubierto cosas realmente valiosas, una es que no puedo contar ni jugando la idea o la obra que estoy escribiendo, porque si lo hago me tranco, tengo tres años tratando de terminar una obra que se llama La Pared, porque la trama me encanta, tengo unos personajes variados pero se me ocurrió contar lo que estaba haciendo y no la he podido terminar, cuando cuento las cosas es como que si me divorciara de ellas. También estoy clara que el tema de iniciar una obra y terminarla de un solo tirón no se trata de la inspiración divina, se trata de que hay una idea dando vueltas en mi cabeza que va tomando forma silenciosamente, porque de manera recurrente vuelvo sobre ella hasta que se delinea una estructura que es con la que me siento a trabajar y nada me puede sacar de lo que estoy haciendo, porque sino es muy difícil que regrese a ello. Yo vivo en medio de una montaña donde hay una orquesta de pájaros, un paisaje increíble, tengo un espacio concreto donde debería trabajar, digo que debería porque es mentira que lo haga siempre en el, simplemente voy a escribir donde más me guste en ese momento, hasta soy capaz de escribir en la cama, lo cual les digo que ha terminado por molestarme bastante la columna, entonces, no creo para nada en el tema del maravilloso espacio para inspirarte, porque si yo me permito recrearme en lo que me rodea, me puedo parar a pintar o agarro la guitarra que intento tocar casi desde que nací o se me ocurre agarrar un libro y ponerme a leer o hasta me puedo quedar en lo que yo llamo el contemple. Entonces estoy segura que esa obra no verá nunca la luz. Escribir para mi, va estrechamente relacionado con la disciplina, la organización y un trabajo minucioso que nos debe llevar una y otra vez sobre el texto. Lograrlo sería para mi un verdadero asombro 
III ACTO: LO FEMENINO Perdóname Señor, por hacer la comida tres veces al día. Perdóname Señor, por fregar los platos. Perdóname Señor, por mantener la casa limpia de polvo y de malos humores. Perdóname Señor, por lavar y planchar la ropa de toda la familia. ¡Coño!. Perdóname Señor, por decir malas palabras, a veces, cuando estoy cansada. Perdóname Señor, por servir la comida...y el agua. Perdóname Señor, por tender las camas, arreglar los closet, lavar los baños, pasar coleto, Perdóname Señor. Perdóname Señor, por tener malos pensamientos con el actor de la telenovela. Este es un texto que escribí en 1998, me lo inspiró una mujer que ahora debe tener alrededor de 65 años. Cuando asociamos este texto a la dramaturgia nos damos cuenta que hace algunos años se pusieron de moda estos textos que nos hablan de una mujer presentada desde sus frustraciones profesionales, sexuales, de sus insatisfacciones y como un ser obsesivamente dependiente de lo masculino, tanto para realizarse como para frustrarse. Unos textos capaces de arrancar la risa de los espectadores a través de nuestras debilidades más persistentes. NO sé si esto encaja dentro de lo que podríamos clasificar como dramaturgia femenina, creo que lo verdaderamente importante sería ver todas las aristas de nuestra personalidad, acercarnos a una visión amplia de la natural diferencia entre lo masculino y lo femenino, porque obviamente esta existe y no solo en lo físico. Debemos trabajar sobre los encuentros y los desencuentros, pero creo que es una tarea que no solo nos toca a las mujeres, sino a ambas partes, basados en nuestra igualdad de capacidades, permitiéndonos una dramaturgia sobre todos los temas que nos atañen. Para tratar con objetividad en que nos diferenciamos tendríamos que confrontar los mismos temas. Esto podría ser un ejercicio que debería convertirse en una propuesta de investigación. Formulémonos dos preguntas: ¿Cuál es el reto en la actualidad? ¿Querremos dejar una sola visión de un tema que nos pertenece? Frente a esto me asombra que hay gente que no entiende que uno se interese por este tema. Un libro mío que se llama PROTAGONICAS y que está por salir publicado por la Fundación Polar, fue duramente criticado por una periodista con quien compartí el proyecto, porque ella me decía que no veía por qué había que entrevistar de forma particular a las mujeres para que contarán su historia, pero para mi este es otro argumento que tiene que ver con lo que estamos tratando y que es que hay que abrir un espacio que a veces no tenemos. Creo que la diferencia está allí, en los espacios para mostrar lo que hacemos, y esos, hay que crearlos y ganarlos a pulso, aun cuando nos parezca inconcebible, pero es evidente que además del hecho de que nuestra dramaturgia no es proyectada, más evidente es aun que la dramaturgia realizada por mujeres es prácticamente inexistente en representación y como referencia. ¿Debemos asombrarnos? Si, porque creo que es el asombro el que nos lleva a encontrarnos cada vez con mayor claridad, con las verdaderas necesidades.
IV ACTO: LA DIFUSION No puedo evitar mi asombro cuando veo ahí en mi biblioteca encuadernadas las obras, aunque no todas y a veces me quedo viéndolas mientras me pregunto que hago con ellas. A veces creo que la respuesta es que debo agarrar el teléfono, llamar a los pocos directores que conozco y pedirles que si se pueden robar unos minutos para leer mi obra. En algunos casos pienso que tengo que hacerme pana de ellos a ver si logro que se interesen en lo que hago y creo que a lo mejor hasta será bueno darme unas vueltitas por allí por los lugares donde se mueven los de teatro, lugares como el Trasnocho que es ahora el centro de concentración después que el Ateneo comenzó a agonizar y que en esas vueltas comienzo a interrelacionarme con los nuevos directores para contarles que yo escribo y que bueno, que un día hice teatro y que sería una maravilla si pudieran leer mi obra a ver si le gusta, y etcétera y etcétera y etcétera. Entonces me pregunto ¿Y para que escribo yo teatro? Porque todo esto que acabo de decir es lo que yo nunca voy a hacer, porque es que si eso se llama relaciones públicas, yo la verdad es que no puedo con eso, porque no tengo tiempo, porque soy miope e introvertida, porque no me gusta hablar por teléfono y porque no sirvo para andar pidiendo favores o para jalar ….ustedes saben que. Yo no salgo de mi asombro si tengo que entender que esto que yo hago de escribir teatro y de querer al teatro como un medio valiosísimo de comunicación, significa toda una serie de cosas que no tienen que ver con el trabajo que significa hacerlo. Todavía creyendo en eso pero consciente de que nadie va a ir a tocar la puerta de mi casa para conocer lo que hago, el año antepasado, me presenté un buen día en el taller de dramaturgia del CELARG que estaba dictando Rodolfo Santana, donde había gente talentosa, gente que comienza a escribir y gente especialista en hacer talleres. Cuando tuve que decir porque estaba allí, dije que estoy convencida, y lo sostengo aquí delante de cada una de ustedes, que de nada nos sirve hacer este trabajo en la estricta soledad porque nos perdemos dentro de nuestras propias concepciones, evitamos el enriquecimiento de ideas y es por ello que tenemos que buscar la oportunidad de leer para gente que nos pueda dar su opinión, que podamos analizar, confrontar, corregir e intercambiar para decir que hemos concluido con una obra. Asistí siempre en la búsqueda de eso y en esa misma búsqueda se me ocurrió crear una propuesta con el nombre de Conversarte, que nos permitiría hacer una entrevista en el escenario al dramaturgo invitado y hacer una lectura dramatizada de un fragmento de alguna de sus obras. En la búsqueda de llegar a la oportunidad de difundir lo que hacemos. Pues aún no salgo de mi asombro de la guerra de egos que se desató en mi entorno y por supuesto que huí despavorida preguntándome ¿Y para qué hice eso? Después escuchando el material de las entrevistas que realicé a dos profesionales muy respetados por mi como José Gabriel Nuñez y Carlota Martínez descubrí una maravilla que pienso retomar para convertirlas en un libro. Así llegamos al meollo de este acto, porque una de las cosas que no me permite también salir de este asombro casi constante es entender que en nuestro país, existimos espasmódicamente según lo que realizamos y donde lo realicemos. Vivimos de minutos de gloria (Bueno, digo vivimos optimistamente) y de inmediato no somos nadie. Esto no tiene que ver con un tema del reconocimiento por el reconocimiento, tiene que ver con el tema del compromiso que tenemos con el medio donde nos desenvolvemos y en este nuestro medio, nos encontramos con que nadie sabe quien es quien, bueno cuando alguna vez tienes la oportunidad de hablar con alguien tienes que empezar por echar el cuento de lo que hiciste y de cómo lo sigues haciendo. Reflexionando justamente sobre eso descubrí que unos cuantos recortes que guardo de mi “momento de gloria” se están poniendo amarillos, porque el tiempo pasa aunque a veces tratemos de no darnos cuenta de ello, y me quedé aterrada porque me dije ahora si es verdad que se perdió todo, pero gracias a Dios existe el scanner y rescaté algunas cosas, aunque haciéndolo me pregunté ¿Y para que estoy escaneando esto? Y ese asombro que me acompaña, es mucho mayor cuando uno se da cuenta que en la actualidad, las que hacen algo ven cada vez más disminuidas las posibilidades de que salgan aunque sean dos líneas en los medios sobre su trabajo, asombrosamente desaparecieron las columnas de crítica, los nuevos periodistas duran muy poco en sus cargos, no se preparan y si corremos con la suerte de que manden a alguien a entrevistarnos, la entrevista comienza diciéndonos: “cuénteme” porque no tienen ni idea de quien es la entrevistada. En Conclusión no hay directores que les interese montar las obras de un dramaturgo desconocido, o poco taquilleros, aquel acto de quijote que yo asumí cuando el Centro de Directores para que se me permitiera montar una obra de Marco Purroy, solamente se me ocurre a mi y tan es así que por causa de mi empecinamiento yo salí del Centro y Marco continuó. No hay editoriales que se interesen, porque dicen que el teatro no vende y finalmente no hay medios de comunicación ni periodistas que reflejen lo que hacemos. ¿Y es que esto no es como para asombrarse? Por eso es que asombro tras asombro uno tiene que permitirse la esperanza de que alguien leerá alguna vez lo que hacemos y esas lecturas puedan hacer de este trabajo algo más interrelacionado con el hecho teatral, con su gente y con un publico. Aferrada a esa idea yo tengo una página web en la que están algunas de mis obras y como estoy trabajando como periodista en cosas que trascienden un poco, de vez en cuando reviso que puede haber por allí sobre mi trabajo en la red y es así como hace unos cuatro años descubrí que mi obra se estudia en la Universidad de Siracusa en Nueva York y aunque me contentó mucho cuando se montó Estados Circulares en Uruguay o cuando se me pidió el permiso para presentar Tocados de Luna en Sao Paulo, lo de Nueva York fue el asombro al máximo, mi trabajo materia de estudio en la Cátedra de literatura hispanoamericana, una profesora que ha realizado unas cuantas ponencias sobre mi obra, un descubrimiento como para no creerlo y cuando hecho el cuento, más de una vez me he tropezado con la respuesta de que es que nadie es profeta en su tierra o gente que con toda razón me ha dicho…. y pensar que aquí nadie te conoce.
V Y ULTIMO ACTO ¿HACIA DONDE CONDUCIRNOS ANTE TANTO ASOMBRO? Y finalmente, es así, el nadie me conoce significa que no se conoce mi obra como no se conoce la de muchas de ustedes y como pareciera que se conoce la obra de las que ahora viven su momento de gloria y que después nadie conocerá. Y esto no se trata de mi rostro, ni de otro rostro, o del de una de ustedes, esto se trata de que lo escribimos que son testimonios de una época, de un momento, de una situación, de una experiencia, testimonios que cobran vida en cada uno de los personajes que intervienen y que como personajes forman parte, indudable, de un país y de una manera de hacer las cosas, tiene que conocerse, discutirse, analizarse, investigarse, volverse testimonio y ponerse en escena que es para lo que finalmente se escribe teatro. ¿Cuándo dejaré de asombrarme, y dejarán de asombrarse muchas de las que nos hemos dedicado a esto de hacer dramaturgia? ¿Cuándo dejaremos de preguntarnos para qué escribimos? Cuando entendamos, aceptemos y nos involucremos con que esto se trata de lo que estamos haciendo aquí, de este encuentro que nos permite intercambiar, acercarnos, disentir. Cuando trabajemos por organizar grupos de lectura y de intercambio Cuando los investigadores se preocupen por averiguar, refrendar, testimoniar y escribir para la historia, porque todo aquello que no tiene historia simplemente no existe.. Cuando seamos capaces de integrarnos en grupos que trabajemos unidos por propiciar el montaje de las obras. Cuando trabajemos en conjunto por propiciar la publicación de las obras, porque no es lo mismo un libro, a la obra encuadernada con anillitos plásticos que se rompen con el tiempo. La obra impresa siempre tendrá más probabilidades de llegar a las manos de algún interesado que si permanece en nuestra biblioteca, en la gaveta y mucho menos en la computadora que se lleva cualquier ladrón Cuando nuestros egos se queden, rezagados o escondidos detrás de las páginas que escribimos, y los verdaderos protagonistas sean nuestros personajes. Salgamos del asombro en que estamos y convirtámonos en una realidad. En una voz que habla por nosotras y por los demás. Convirtamos en el asombro de quienes aun están por descubrir que en la dramaturgia venezolana puede haber una historia.

No hay comentarios: