viernes, 3 de septiembre de 2010

COLOR NARANJA



AUTOR: INES MUÑOZ AGUIRRE

Recibo de una casa humilde. Dos puertas dan al fondo, una ubicada hacia el extremo derecho da a las habitaciones y otra hacia el extremo izquierdo, da a la cocina. Dos columnas de sillas. En el centro en posición horizontal de derecha a izquierda del escenario un ataúd anaranjado.
Al abrirse el telón José limpia con mucho cuidado el ataúd. De vez en cuando se
separa y lo observa para después continuar con su tarea. Por la puerta de la
derecha entra Luisa quien se detiene momentáneamente a observar. De pronto
José voltea sobresaltado.

JOSE:            ¿Tienes mucho rato parada ahí, mujer?.
LUISA:           Más o menos.
JOSE:                        (Dando vueltas al paño que sostiene entre sus manos). ¿Qué te parece?.
LUISA:           Está bien. (Se acerca un poco).
JOSE:            ¿Tu crees que le gustará?.
LUISA:           Bueno...Yo creo que si.......Todas son iguales. ¿No?.
JOSE:            Si, claro. Es verdad. (Se queda observándolo y vuelve a darle vueltas al paño entre sus manos).
LUISA:           Entonces no hay duda de que le gustará.
JOSE:            Bueno, yo estaba limpiándolo un poco, porque estaba lleno de polvo.
LUISA:           Claro viejo, yo entiendo.
JOSE:            Es que estaba de última.
LUISA:           ¿ Cómo es eso?
JOSE:                        En la funeraria hay una habitación llena de urnas. Están colocadas en una especie de tramos que rodean todas las paredes. Allí hay muchas, muchas. Yo no se cuantas....y de todos colores.
LUISA:                       Jamás me imaginé que hubiera urnas de colores. Siempre creí que eran grises o marrones.
JOSE:            Ya ves vieja, el modernismo ha llegado hasta la muerte.
LUISA:           ¿Y esta, por qué estaba de última?.
JOSE:                        No lo se. Estaba en un tramo del fondo, pero me llamó la atención por el color. Me pareció que es bastante alegre. ¿No te parece?.
LUISA:           Si, es cierto.
JOSE:                        Es que como es tan joven, pensé que ...no se...que no quedaría bien uno de esos colores opacos y tristes.
LUISA:           Si, estoy de acuerdo.
JOSE:            Aunque escogerla no fue nada fácil.
LUISA:           Si viejo, nada de esto es fácil.
JOSE:                        Claro que no. Tener un hijo y criarlo no es fácil vieja. Pero hemos cumplido. ¿O no?.
LUISA:           Si...creo que si. Aunque a veces tengo mis dudas.
JOSE:            Yo creo de cualquier forma que no es momento para pensar en eso. Total, creo que ya nada podemos hacer.
LUISA:           A lo mejor si, viejo...A lo mejor.
JOSE:                        Por lo menos hemos trabajado duro para darle medianamente lo que ha querido. Yo creo que hemos sido buenos padres y seguiremos siéndolo hasta el último momento. Lo importante ahora, es que le guste esta urna.
LUISA:           Como tu digas viejo..Yo estaba pensando....
JOSE:                        No me vayas a venir con profundidades ahora, de esas conque tu sales de vez en cuando.
LUISA:                       No, no. Lo que estaba pensando es que..bueno, que esto así está muy simple. Habría que poner otras cositas. Tu sabes, como en los velorios elegantes.
JOSE:            ¿Y cuándo has ido tu a un velorio elegante, mujer?.
LUISA:           Nunca, pero los he visto en las novelas.
JOSE:            ¿Y entonces, qué es lo qué quieres?.
LUISA:                       Bueno, no se. Podríamos poner por ejemplo, unos candelabros. Así, tu sabes a los lados. Eso siempre es más bonito.

JOSE:                        Caramba vieja, eso si que es una buena idea. ¿Cómo no se me ocurrió antes ?.
LUISA:                       Ajá, pero. ¿Y los alquilarán en la funeraria donde compraste la urna?.
JOSE:            Me imagino que si,...¿Y todavía nos queda dinero cómo para eso?.
LUISA:                       No mucho, con lo que gastamos en la urna se fueron casi todos nuestros ahorros, y el préstamo ese....pero en fin, yo creo que es importante que vea la decoración completa.
JOSE;                        Si, si. ¿Cuántas veces en la vida uno tiene oportunidad de ver el sitio en que lo van a velar después que muera?.
LUISA:           Nadie. Nadie puede disfrutar de eso.
JOSE:            Déjame llamar ya.
LUISA:                       Pero rápido. Sería bueno que antes de que regrese tengamos todo listo.
JOSE:                        (Se dirige al teléfono que está en la pared de la izquierda. Luisa lo sigue y se queda a su lado escuchando, mientras observa el espacio) .Aló....¿Qué tal Señor Mario?. Le habla José Campos. ¿Se acuerda?....Sí, si. Yo estuve por allá esta mañana y le compré una urna color ladrillo. Ah si mi mujer ya la vio y está muy contenta. No ella no la ha visto. Si, muchas gracias. Usted es muy amable....Mire, pero yo lo estaba llamando para saber si usted alquila candelabros. Si, de esos que se colocan a los lados de la urna. Claro, si. Déjeme preguntarle. (Dirigiéndose a su mujer ). ¿Qué si te gustan los de seis velas ?.
LUISA :          Si, esos son bonitos.
JOSE:                        Que si, señor Mario. Si le gustan. Ajá...¿Y cuánto cuestan?. Bueno es que.(Se vuelve a dirigir a su mujer). ¿Qué por cuántos días los tendremos?
LUISA:                       ¿ Y yo cómo voy a saber?. ¿Es qué acaso está loco ?. .Yo no se. Yo no soy adivina.
JOSE:            ¿ Pero qué le digo?.
LUISA:           Que no sabemos y ya está.
JOSE:                        (Retomando la conversación) . La verdad señor Mario es que no sabemos por cuantos días. Usted ya sabe cual es nuestra situación y bueno......¿Cómo?...No señor, eso me da mucha pena con usted...Es que..está bien. Ya le digo. (Se dirige a su mujer de nuevo). El dice que si nos conformamos con unos de cuatro velas, que el no tiene problemas en prestárnoslos.
LUISA:                       ¿De cuatro velas?....Bueno, total dile que si. Lo importante es tenerlos y si no tenemos que pagar nada, mejor.
JOSE:            Pero a mi me da mucha pena.
LUISA:           No hombre, el los ofreció. Tu no se los pediste. ¿No es verdad?..
JOSE:                        Aló.....aló....Señor Mario. Bueno, mi mujer dice que está bien. Muchas gracias...Entonces...¿ Cómo hacemos, los puedo ir a buscar ahora mismo ?....No, pero encima eso. No se moleste tanto, Señor Mario.
LUISA :          ¿Qué pasa....qué pasa?.
JOSE:            (Tapando el teléfono ). Dice que el los manda.
LUISA:           Dile que si.
JOSE:                        Bueno está bien....Don Mario. Dios se lo pague, siempre le estaremos agradecidos. ¿Cómo?...¿Pero usted tiene la dirección ?. Ah si claro, yo se la coloqué en el recibo....Bueno, muchas gracias. De verdad, no tendremos conque pagarle nunca....Hasta luego. (Cuelga el teléfono y abraza a su mujer ).
LUISA:                       (Emocionada). ¿Te das cuenta viejo, siempre hay gente solidaria en este mundo ?.
JOSE:            Si, pero a mi me da vergüenza.
LUISA;                       ¿ Pero por qué viejito?. Lo menos que merecemos en este momento, es precisamente que haya alguien que entienda por la que estamos pasando.
JOSE:            Será verdad mujer.
LUISA:           Claro que si.
JOSE:                        Entonces ya tenemos solucionado lo de los candelabros. ¿Qué más podemos hacer para qué se sienta feliz?.
LUISA:           Viejo......Las flores. No hemos pensado en las flores.
JOSE:            Pero las flores se marchitan y no sabemos cuanto tiempo .....
LUISA:                       (Interrumpiéndolo) No. No me refiero a ponerlas. ¿Tu sabes lo lindo que será que ella sepa quienes le van a enviar flores?.
JOSE:                        Si, pero....¿Tu crees que alguien podrá enviárselas?. Con lo caras que están. Me acuerdo que cuando éramos novios y yo te visitaba a través de la ventana, siempre que podía te llevaba una flor. ¿Te acuerdas?.
LUISA:                       Claro que me acuerdo. Mi mamá me decía: ..."Pero muchacha ¿De dónde sacas tu esas flores?. .............¿Tu cómo qué tienes un enamorado?".
JOSE:            ¿Y tu que le decías?.
LUISA:           Nada..que yo las cortaba en un jardín cercano.
JOSE:            Seguro que eso nunca se lo creyó.
LUISA:           Si, claro. Pero acuérdate que mi papá no te podía ver ni en pintura.
JOSE:                        Si le hubieras dicho que era yo quien te las daba a lo mejor le caía un poquito mejor.
LUISA:           ¡Que va, chico!.....Me hubiera matado.
JOSE:                        Todavía, no entiendo esa manía. Después terminó invitándome a jugar dominó todos los domingos.
LUISA:           Pero no le podías ganar.
JOSE:                        Eso también es verdad....¡Que viejo tan quisquilloso!..Bueno, pero estábamos hablando lo de las flores..¿Tu sabes cuánto cuesta cada una, hoy en día?....Más nunca pregunté para no asustarme.
LUISA:           Más nunca me compraste una.
JOSE:            ¿Qué querías qué empeñara mi vida?.
LUISA:                       No eso no. Pero es que todos son igualitos, cuando lo están enamorando a uno hacen cualquier cosa. Pero después que consiguen lo que quieren se olvidan de los detalles.
JOSE:            Ya está. Me salió descarga.
LUISA:                       Bueno. Olvidemos eso. En este momento es importante lo de las flores porque ésta es una oportunidad muy especial.
JOSE:            ¿ Pero cómo vamos a hacer?.
LUISA:                       ¿Qué te parece si hacemos una especie de encuesta en los vecinos, para saber quien se las va a enviar?.
JOSE:                        Tu sabes que la gente del barrio no tiene mucho dinero para hacer esas cosas.
LUISA:                       Pero estoy segura que sacarán de donde no tengan para enviarle unas cuantas. Total, por aquí todo el mundo la quiere.
JOSE:            ¿Y después que hagamos la encuesta, qué vamos a hacer?.
LUISA:           Entregársela.
JOSE:            ¿Cómo?
LUISA:                       Bueno, una lista con nombres y apellidos. Así ella sabrá, quienes serán las personas que harán ese pequeño esfuerzo por ella.
JOSE:            Está bien...¿Tu crees que María Filomena le mande?.
LUISA:                       Por supuesto que si. Nuestra muchacha es tan buena..¿Cuántas veces le cuidó los niños a María Filomena para que ella saliera a trabajar?. ¿Cuántas veces ayudó a los muchachos a limpiar la cancha de béisbol?. ¿Cuántas veces ayudó al portugués del abasto a sacar las cuentas que no le cuadraban?. Toda, toda esa gente hará el esfuercito. Tu vas a ver viejo.
JOSE:                        Si, tienes razón. Estoy seguro que le gustará. ¿Y qué te parece si en esta parte de la urna (Señalando la parte superior) ponemos una foto de ella?
LUISA:           ¿Dónde?
JOSE:            Aquí encima.
LUISA:                       Pero allí es donde se coloca la cruz de flores que le toca enviar a la familia.
JOSE:            Ay vieja!. Pero para eso si es verdad que no nos va a alcanzar.
LUISA:           Ya está. Ya tengo la solución.
JOSE:            ¿Cuál?
LUISA:           ¿Te acuerdas de aquel crucifijo viejo que era de mamá?
JOSE:            Si.
LUISA:                       Yo lo tengo. Eso quedaría más bonito que las flores. Después de todo, ese es en verdad un recuerdo de familia. Lo voy a buscar. (Luisa sale. Entrando por la puerta que da a las habitaciones. José se dispone a arreglar las sillas pegadas a las paredes. Luisa vuelve a entrar muy contenta, mostrando el crucifijo) ¡Aquí está!.
JOSE:                        Límpialo primero mujer. Está lleno de polvo (Saca un pañito del bolsillo del pantalón y se lo extiende)
LUISA:                       Dame acá. (De inmediato comienza a limpiarlo) Pero chico tu si que eres maniático con eso del polvo.
JOSE:            Así está mejor.
LUISA:           Tómalo. Ponlo tu. (Se lo entrega)
JOSE:                        (Le da la vuelta entre sus manos observándolo). De verdad que está bonito el bicho este.
LUISA:                       ¡Por Dios hombre!. No seas hereje. ¿Cómo le vas a decir bicho al crucifijo?.
JOSE:            Solamente es un decir. Está bonito pues.
LUISA:           Muy bonito. Mamá se sentiría muy orgullosa.
JOSE:            Estoy seguro que si.
LUISA:           Bueno. Ponlo.
JOSE:            ¿Te parece bien aquí?. (Probando a colocarlo)
LUISA:           Perfecto. Así es.
JOSE:                        ¿Y la foto?. La foto también hay que ponerla (Señalando hacia la pared detrás del ataúd). Allí en el centro. ¿Qué te parece?.
LUISA:           Ay sí. Se va a ver tan bonita. Pero allí hay que poner la foto grande.
JOSE:            Por supuesto.
LUISA:           Tráela pues.
JOSE:                        Ya voy. Ya voy. (José sale entrando a la habitación. Entre tanto Luisa abre con mucho cuidado la tapa del ataúd y se asoma a verlo por dentro. José entra con la foto en la mano. Ella cierra rápidamente la tapa) Pásame una silla. Anda.........(Luisa le pasa la silla) Muy bien. (El prueba a colocar la foto en un espacio específico. Retirándose un poco para poder verla) Aquí no. No me gusta. (La mueve y la coloca en otro sitio). ¿Cómo se ve?. (Habla apresuradamente sin darle tiempo a Luisa de responder). Creo que está de lado.(Casi gritando) Pero párate allá chica, para que me digas si está derecho.
LUISA:           ¡A mi no me grites así. Caray!.
JOSE;                        Es verdad, perdona. Es que estoy nervioso. Dime entonces (Y vuelve a poner la foto donde el cree que está mejor)
LUISA:                       (Tímidamente). No allí no, un poquito más a la derecha. (El rueda la foto haciéndole caso). ¡Ajá!. Ahora súbelo. Si. Allí. Allí. ¡Ay José vieras que bella se ve!.
JOSE:            Me imagino.
LUISA:           Apúrate para que la veas.
JOSE:                        Ya voy. Ya voy. (Se baja de la silla donde estaba montado y se dirige al otro extremo del recibo desde donde observa satisfecho). Es cierto. Que linda se ve nuestra muchacha. Te apuesto Luisa que todo el que venga se va a parar un rato a contemplarla. Casi que parece una foto de esas que toman en los concursos de belleza.
LUISA:                       Bueno.....Bueno. Tampoco exageres. Lo que pasa es que la estás viendo con ojos de padre.
JOSE:            ¿Y entonces si eso es así, dónde, dónde está tu amor de madre?.
LUISA:                       ¿Cómo qué dónde está, es que acaso no lo demuestro todos los días?.
JOSE:            Ya está, no me digas ahora que te vas a poner sentimental.
LUISA:                       No es eso, si no que lo que estoy diciendo es cierto, es verdad. Isabelita es bonita pero no como para concurso de belleza
JOSE:                        Yo mejor no te voy a hacer caso. Cuando la gente comience a llegar si quieres les preguntamos si tengo razón o no. ¿Qué te parece si hacemos una apuestica, y a que te gano voy?.
LUISA:                       Pero esto es el colmo, viejo. Estos no son momentos para apuestas. Cuando dices esas cosas, casi que entiendo porque papá no te soportaba.
JOSE:                        ¡Ah no...que va!. No me vas a venir con historias viejas ahora. Mejor sigamos en lo que estábamos. (Da un vistazo alrededor). Muy bien. ¿Qué otra cosa hará falta?.
LUISA:                       Bueno en los velorios elegantes sirven café. Yo creo que será importante que nosotros también lo hagamos.
JOSE:            ¿Y las tazas?.
LUISA:           ¿Qué tazas?.
JOSE:            Para servirlo pues.
LUISA:           Se compran vacitos desechables.
JOSE:            Comprar. Comprar. Luisa. Acuérdate que ya no tenemos dinero.
LUISA:                       Hablaré con la comadre María para que me preste las de ella. Tu sabes ella tiene muchas. Toda la vida esas cosas le encantaron. ¿Te acuerdas cuando vendían aquel jabón de lavar que traía unas tazas adentro de regalo?.
JOSE:            Si. Si me acuerdo.
LUISA:           Bueno, fue la época en que la comadre se dedicó a lavar ropa para todo el mundo, no creas que lo hacía por muchas ganas de estar lavando, no. Era porque así podía comprar cajas y cajas de polvo, porque lo que verdaderamente le interesaba era guardar las tazas.
JOSE:            Esa María y sus inventos.
LUISA:           Pero ya ves, ahora el poco de tazas servirá para algo.
JOSE:            Estoy emocionado, nunca me imaginé que esto llegaría a ser así.
LUISA:                       Si. Uno nunca sabe que van a hacer los hijos con uno. Déjame buscar una escoba y barrer esto antes de que empieces a protestar. Tu termina de acomodar las sillas.
JOSE:            ¿Me estaba preguntando si serán suficientes?.
LUISA:                       Bueno José en un velorio serio, los hombres no se sientan. Las sillas son para las mujeres que se ocupan de los rezos. Nos organizaremos así. Yo me siento al lado de la urna, tu sabes en esta silla (Señalando la primera de la fila). Ese es pues como el puesto de honor, el que le corresponde al que está más dolido. Y en este caso siempre el sufrimiento es mayor (Luisa se queda pensativa durante un rato. José le pasa la mano delante de los ojos para llamarle la atención. Ella reacciona de inmediato) ¡Ay viejo!. Estaba pensando que una no tiene salida posible en este mundo, porque si fueras tu el muerto, yo también sería la más dolida. Total, que no gano una.
JOSE:                        Ah no. Bien lejos con eso. Si te parece muy triste estar sentada en la sillita esa te cambio el lugar. Tu adentro del cajón y yo observándote. Esa es la salida.
LUISA:                       No digas necedades. Sigamos con lo de la disposición de las sillas. (Señala una) Aquí al lado mío se sentará Carmen, después de todo es tu hermana y la única tía que tiene Isabelita.
JOSE:                        Ya te vas a meter con la pobre Carmencita, caramba. Acuérdate que también es mi única hermana.
LUISA:                       (Ignorando el comentario). Después estará la comadre María, porque ella además de tener las tazas, sabe todos los rezos necesarios.
JOSE:                        ¿Y qué tal si afuera ponemos unas mesas?. Yo me puedo hablar con Perucho y estoy seguro que el me ayudará. Podemos ponerlas en el patiecito y así podremos echar una partidita de dominó.
LUISA;                       Ah no. Eso si es verdad que no. Esas cosas no me gustan para nada. Ahí si es verdad que yo soy chapada a la antigua (Suena la puerta tímidamente)
JOSE:            ¿Tu escuchaste la puerta o son manías mías?.
LUISA:           Yo no escuché nada.
JOSE:                        Ven acá. ( Tomándola de la mano, se dirigen los dos hacia la puerta y se quedan a la expectativa).
LUISA:                       No es nadie, tu como que estás nervioso, es lo que es. (En ese momento vuelven a tocar un poco más fuerte)
JOSE:            ¿ Viste qué es cierto?. ¡Ajá!. ¿Y ahora tu estás esperando a alguien?
LUISA:           Yo no..........Ah, pero a lo mejor es el señor de los candelabros.
JOSE:            Es verdad, déjame abrir. (Abre de inmediato) (Se sorprende) Carolina. ¿Tu por aquí?.
CAROLINA: (Entrando) Buenas tardes. ¿Cómo están por aquí?.
LUISA:           Hola Carolina.
CAROLINA: Aquí está, que le manda mi mamá. (Entregándole una bolsa doblada en la punta).
LUISA:                       (Se acerca y la toma apresuradamente) . Dale las gracias de mi parte.
CAROLINA: (Entra un poco y se queda sorprendida al observar la urna en el centro de la sala) ¡Ay Dios mío!. Pero si es verdad.
LUISA:           ¿Qué cosa?.
CAROLINA:  Lo de la urna.
LUISA:           Claro que es verdad. ¿Por qué?.
CAROLINA: Porque mi mamá me lo contó y yo no lo quería creer. (Se acerca y
pasa la mano por encima a la urna).
JOSE:                        Pero eso es algo natural muchacha. ¿Por qué no lo querías creer?. ¿Dónde se meten los muertos?. ¿En una urna, no es verdad?.
CAROLINA:  Claro. Claro. Pero aquí no hay ningún muerto.
JOSE:                        Todavía. Todavía. Pero como hemos tenido la suerte de saber que lo va a haber, entonces hemos preparado todo.
CAROLINA: Bueno, (Señalando la bolsa que Luisa tiene en sus manos) Eso es el vestidito negro que ella prometió mandarle.
LUISA:           Dale las gracias a Doña Esther. Ella siempre tan servicial.
CAROLINA: De nada pues. (Vuelve a observar todo detenidamente). Yo mejor me
voy.
JOSE:            (Acompañándola hasta la puerta) Bueno, hasta luego. Saludos por tu casa mija y dile a tu mamá que cualquier cosa le avisamos.
CAROLINA: (Ya saliendo) Se lo diré. Se lo diré. Chao.
JOSE:                        (Cerrando la puerta). Yo no entiendo la gente, parece que creyeran que nacieron para semillas. Ahí está. ¿Te diste cuenta del susto de esa muchacha?.
LUISA:                       Por supuesto que me fijé. Además yo creo que debe estar pensando que estamos locos, porque mientras caminaba de un lado a otro, nos observaba de reojo.
JOSE:                        Lo importante es que tu y yo sabemos, que locos no estamos. Al contrario, desearan los demás tener la valentía que nosotros hemos tenido ante nuestro problema.
LUISA:                       Que va José. No seas optimista. Ante la muerte nadie es muy valiente que digamos, lo que pasa es que se hacen los desentendidos.
JOSE:                        Si y después, la gran sorpresa.¡Ay si!. Seguro que ...bueno chica, ya te lo dije. Creen que nacen para semilla. ¿Y qué es eso que te vino a traer?.
LUISA:                       (De inmediato abre la bolsa y saca un vestido que levanta en el aire) Un vestido pues..........¡Mira que bonito!.
JOSE:            ¿Y te sirve?.
LUISA:           Pero por supuesto que si.
JOSE:            Yo creo que tiene la cintura muy pequeña.
LUISA:           ¿Estás tratando de decirme que estoy gorda?
JOSE:            No, claro que no. ¿Cómo se te ocurre?.
LUISA:           Ay José. ¿Cómo que si yo no te conociera?
JOSE:                        Yo lo único que he dicho es que parece muy pequeño. Ese vestido debe haber sido de cuando Doña Esther tenía como quince años, si no no te lo hubiera dado.
LUISA:                       Y eso que importa. Lo importante es el gesto. Tu hermana nunca se ha preocupado por saber si yo tengo conque vestirme.
JOSE:            ¡Ya está salió a brincar el sapo!.
LUISA:           Y después de todo, ¿Para qué existen las fajas?.
JOSE:            Eso mismo digo yo. ¿Para qué existen?. ¿Para qué existían los corsets?. Total siempre el que sale engañado es uno.
LUISA:           ¡Ajá! porque yo te engañé. ¿Qué pensabas tu, encontrarte debajo de los trapos que siempre he cargado puestos?. ¿Una actriz de cine?.
JOSE:            Claro que no vieja....pero por lo menos..........
LUISA:           ¡Ah no!. Ya está. ¿Tu qué te has creído?. Para tener esas aspiraciones, habría que ser un poquito mejor de lo que tu eres.
JOSE:                        Ay vieja, lo que pasa es que los años no pasan de gratis. Pero tu no puedes negar que yo era bien buen mozo....Todavía arranco por allí mis suspiritos.
MIGUEL:       (Entrando de pronto y sorprendiéndolos con la efusividad de su voz) ¿Qué tal familia, cómo les va?.
JOSE:            Aquí, con unas cuantas cosas listas.
MIGUEL:       ¿Se dan cuenta qué eso es lo mejor?. Pero no, no me querían creer ni me querían aceptar el préstamo para hacer los preparativos.
LUISA:                       Bueno Miguel, lo que pasa es que esos intereses tuyos son muy altos.
MIGUEL:       ¿Muy altos Luisa?. ¿Tu sabes cuánto ha subido el costo de la vida?. Caramba a mi me costó mucho ganarme la platica conque ahora hago mis operaciones financieras, para prestarla sin que me produzca rendimiento. ¿No te parece?.
LUISA:           Si bueno. Si tu lo dices.
JOSE:                        Pero. ¿Qué es eso?. No vamos a caer en la misma discusión. Ya aceptamos el préstamo y ya está.
MIGUEL:       Si, si. Pero yo no venía a hablar de eso. No vamos a estar perdiendo el tiempo en tonterías. Prepárense, porque les tengo una muy buena noticia.
JOSE:            Nos hace falta.
LUISA:           Diga de una vez pues.
MIGUEL:       Bueno. Déjenme ver por donde comienzo. Muy bien. Resulta que al conocer de este caso, en que ustedes se encuentran y por supuesto como ustedes mismos sabrán no es un caso nada común, resulta que me monté en mi carrito y me di un viaje hasta la ciudad. ¿A qué no saben a dónde?.
JOSE:            ¿A dónde?. ¿A dónde?.
MIGUEL:       Ah no. ¿Pero así. Seco?. ¿Sin un cafecito siquiera para celebrar?
LUISA:                       Está bien. Está bien. Voy a buscar el café. Pero no siga dando vueltas caramba. Yo nunca he visto a alguien que le de más rodeo a las cosas que usted. (Se dispone a salir hacia la cocina).
MIGUEL:       Sin insultos. Sin insultos. ¿Qué a qué no se imaginan?. El negocio que les traigo les va a ayudar a pagarme lo que me deben. Se van a ganar una platica y yo, por supuesto, otra por haber conseguido el trato.
JOSE:                        Bueno, ahora te esperas que regrese Luisa con el café, porque si no yo soy el que sale perdiendo, porque te tengo que escuchar la historia dos veces.
MIGUEL:       Está bien, esperemos. (Da una vuelta por el recibo). Oye José pero esto te está quedando muy bien. Hasta va a parecer un velorio de gente rica...Ah.
JOSE:                        Tampoco exageres que yo no soy pendejo. Cada quien se tiene que arropar hasta donde le llega la cobija.
MIGUEL:       Bueno chico, yo no te quería ofender.
LUISA:                       (Entrando con un plato donde trae dos pocillos de café) Aquí tienen, y suelta de una vez Miguel. Que tu siempre andas inventando.
MIGUEL:       (Toma el pocillo y se bebe el café saboreándolo largamente)
JOSE:            Suelta pues.
MIGUEL:       ¿Y dónde está Isabelita?.
LUISA:           Salió.
MIGUEL:       ¿Salió?. ¿Pero para dónde?
LUISA:           Decidió ir a misa esta tarde.
MIGUEL:       Ya está. ¿Y si lo hace en la calle?
JOSE:            Bueno habrá sido su decisión.
MIGUEL:       ¡ No!. Eso nos echaría a perder el negocio.
JOSE:            ¡El negocio!...¡El negocio!. Mucho negocio, pero no dices nada.
LUISA:           Además ella sabía que José había ido a buscar la urna y ella la quería ver. Así que yo estoy segura que no va a pasar nada.
MIGUEL:       Siendo así me siento más tranquilo.¡ Este café si que está bueno.
JOSE:                        O hablas de una vez o me voy a bañar, porque quiero estar preparado para la llegada de Isabelita.
MIGUEL:       Bueno chico, no te pongas bravo. Caray. Jamás me imaginé que estuvieran tan interesados en los negocios. ¡Bueno!. Resulta, como les estaba diciendo que llegué hasta la ciudad. Allí me fui directamente hasta el periódico más importante y pedí hablar con esa periodista famosa: Finita de La Torre.
LUISA;           ¡Ay!..¡Ay!. .....Finita. ¿Esa es la misma de la televisión?.
MIGUEL:       La mismita que viste y calza
JOSE:                        ¿Y tu para qué fuiste a hablar con esa mujer?. ¿Y qué tenemos nosotros que ver con eso?.
MIGUEL:       ¿Cómo que qué tienen que ver con eso?. Muy simple. Fui. Le conté a Finita lo que está pasando.
LUISA:           ¿Y ella te atendió?.
JOSE:                        Pero por supuesto. No les dije que le conté sobre todo esto. Finita no lo podía creer. Y yo le dije: Es verdad Finita, además lo más impresionante es la entereza de esos padres.
JOSE:            ¿Y entonces?.
LUISA:           No lo puedo creer. Finita de la Torre sabe lo que nos pasa.
MIGUEL:       Y eso no es nada. No sólo lo sabe. Aquí está este cheque para ustedes.
JOSE:            ¿Un cheque?. ¿Por qué?.
LUISA:           ¿De Finita?.
MIGUEL:       Por supuesto. De Finita para ustedes.
JOSE:            No. No señor. Yo no puedo aceptar eso.
LUISA:                       ¿Pero por qué viejo?. Mira la cantidad que es. Además lo manda Finita.
JOSE:            Finita. Finita...¿Y quién es Finita, caramba?.
LUISA:                       Finita, mi amor, la del programa de las mañanas. Esa que es una maravilla. Simpática. Habla de todo. Y además siempre tan preocupada por los problemas de la gente.
MIGUEL:       Exactamente.
JOSE:                        Ajá. Será muy famosa y todo lo que ustedes quieran caramba, pero yo no la conozco. No soy amigo de ella, ni familia, ni nada para que me esté mandando dinero.
MIGUEL:       Pero José, ella no te está dando eso de gratis.
JOSE:            ¿Cómo es eso?.
MIGUEL:       Caray, pero es que no me han dejado terminar.
LUISA:           Cállate José. Deja que Miguel termine.
JOSE:                        Termina pues. (Luisa le quita los pocillos de las manos y los coloca en el plato que ella sostiene).
MIGUEL:       ¿Dónde estaba?. Ah si. En lo de la entereza. Finita se mostraba cada vez más interesada. Yo le dije que aparte de todo el problema teníamos muchas angustias económicas.
JOSE:            ¿Cómo es eso, de qué teníamos?.
MIGUEL:       Bueno, así. Yo me siento como de esta casa.
JOSE:                        ¿Cómo de ésta casa?. Seguro que le sacaste plata para ti a la tal Finita.
LUISA:           Pero José eso que importa. Déjalo terminar, conchale.
MIGUEL:       No es que le saqué. Ella me lo dio gustosa. Un cheque para mi y otro para ustedes.
JOSE:            ¿De cuánto?. ¿De cuánto es tu cheque y por qué?
MIGUEL:                   Ah no. Eso si es verdad que no se los voy a decir. Además no me han dejado que les cuente nada y Finita de la Torre debe estar por llegar. Y encima ni siquiera Isabelita está aquí.
LUISA:           ¡Finita!..¿Aquí en mi casa?.
JOSE:            ¿Qué vaina es esa chico?.
MIGUEL:       Si. Finita aquí. Viene con su cámara. Con su grabador. Con..bueno, no se que más. Por un pelo y hasta trae la máquina de escribir. Lo cierto es que viene en camino para grabar con ustedes para el programa de televisión y hacer un artículo para su periódico.
LUISA:           Ay no. ¡Dios mío!. Y yo así como una loca.
JOSE:            ¿Una grabación de qué?. ¿Una entrevista de qué?.
MIGUEL:       Bueno, de lo que está pasando. De lo que Isabelita quiere hacer.
JOSE:            Pero eso no tiene sentido.
LUISA:           Viejo. Nosotros en la televisión. Vamos a ser famosos.
MIGUEL:       No solo eso. Yo creo que es una gran oportunidad económica. Fíjense bien. Cuando Finita los entreviste ustedes dicen que el problema más grave que han enfrentado en la vida ha sido esta pobreza donde han estado viviendo siempre y que ustedes piensan que eso ha contribuido en la decisión de Isabelita.
JOSE:                        Eso no es cierto, Caramba. Yo no estoy dispuesto a decir eso ni nada.
LUISA:                       Yo si. Es verdad, somos pobres. ¿Qué le vamos a hacer?. Tu nunca pudiste tener un trabajo estable y claro, yo se que siempre tratamos de darle todo a la muchacha, pero bueno, no pudimos. ¡No pudimos!. Y esa es la culpa que yo tengo aquí en mi corazón. (Empieza a sollozar).
MIGUEL:       Eso es. ¿Y saben ustedes lo qué va a pasar?. Al final saldré yo hablando y diré que aceptamos ayudas para enfrentar los gastos del entierro. Y ya verán ustedes todo lo que vamos a recoger, porque ese programa de Finita lo ve todo el mundo.
JOSE:            Primero te mato. ¿Es qué te creíste que esto es una verbena?.
MIGUEL :      Pero José por qué eres tan mal agradecido?. ¡Conchale!. Te traigo una solución a los problemas y no solo no me oyes, sino que hasta me ofreces matarme.
JOSE:            Te lo repito.
LUISA:           José por favor (Poniéndose más sentimental).
MIGUEL :      Dígame usted. (Dirigiéndose a Luisa), el programa lo ve todo el mundo. ¿O no?.
LUISA:           Eso es verdad. Todo el mundo.
MIGUEL:       Pero déjese ya de lloriqueos y vaya a arreglarse un poquito. ¡Caramba es Finita De La Torre la que viene para acá!. Va a pensar que no sirven de nada los consejos de belleza que da todos los días en el programa si la encuentra así.
JOSE:            Yo nunca vi a alguien más descarado que tu.
MIGUEL:       ¡Ah pues!
LUISA:                       Es verdad. Me tengo que arreglar. Es verdad. Voy corriendo (Sale secándose las lágrimas).
JOSE:            No estoy dispuesto a aceptar esto Miguel.
MIGUEL:       Pero no seas tonto chico. Esta es tu gran oportunidad.
JOSE:            Eso es jugar con mis sentimientos y los de Luisa.
MIGUEL:       De ninguna manera. ¿Tu crees qué yo soy un hombre capaz de eso?. Jamás. Pero bueno, la oportunidad la pintan calva. Esto que está haciendo Isabelita, no lo hace ningún hijo con sus padres, pero a ustedes les está pasando. ¿Y qué vas a hacer?. ¿Puedes hacer algo para evitarlo?.
JOSE:            No, claro que no. Ya lo intentamos todo.
MIGUEL:       Entonces. ¿Tengo o no tengo razón?. Ustedes simplemente van a contar lo que les pasa. Todo el mundo se va a enterar y la gente les estará acompañando en un momento tan doloroso.
JOSE:            Yo no se. La verdad es que yo no estoy muy convencido.
MIGUEL :      (Pasándole el brazo sobre los hombros y retirándolo un poco, hacia un lado como para contarle un secreto). Además . ¿Cuándo te imaginaste tu que ibas a poder ver a Finita De La Torre en persona, y encima aquí en tu casa?. Es linda chico. Está como quiere, además es famosa. Eso te va a hacer muy popular en el barrio y cuando termine todo esto, entre la fama y el dinero a lo mejor hasta se van a poder mudar de aquí y así podrán olvidar más rápido todo esto que les ha pasado. Inténtalo chico. ¿Qué te cuesta?. No me vayas a echar el negocio para atrás, que es bien bueno para todos.
JOSE:                        Si pero de todas formas Isabelita no sabe nada, y si ella no quiere contarle lo que le pasa a Finita, entonces vamos a tener que devolverle el dinero y vamos a quedar todos como unos perfectos ridículos que intentamos negociar con el dolor.
MIGUEL:       Jamás. Jamás. Eso no va a pasar nunca, porque Isabelita desde que tomó esta decisión se la ha contado libremente a todo el mundo. Ella sabe además que esa es la mejor forma de que todos sepan porque va a hacer las cosas y que nadie le eche la culpa a ustedes. Eso es bueno. Por eso estoy seguro que ella lo va a decir. Ahora lo que me tiene preocupado es que ella no esté aquí, porque ..dígame si se le ocurrió adelantar los acontecimientos.
JOSE:            ¡No digas eso ni en broma, caramba!.
MIGUEL:       Ah. ¿Pero qué fue?. ¿Es qué todavía tu no sabes lo qué va a pasar?.
JOSE:            Si. Si lo se. Pero en el fondo tengo la esperanza que no lo haga.
MIGUEL:       Ah no. Eso si es verdad que no.
JOSE:                        Pero bueno chico. Tu quieres que te parta la cara. ¿O qué es lo qué te pasa?. Esa es mi hija y no te acepto.....
LUISA:                       (Entrando apresuradamente) ¿Pero qué fue?. ¿Qué pasa?. ¿Qué gritos son esos?.
MIGUEL:                   Nada. Nada. Es que José está un poquito nervioso con lo de la visita de Finita.
LUISA:                       ¡Ay, yo también!. (Da vueltas para que la vean por todos lados) ¿Cómo me veo ahora?.
MIGUEL:                   Muy bien. Si señor. Hasta pareces una de esas mujeres importantes que Finita lleva al programa para que hablen sobre leyes y otras cosas.
LUISA:                       ¿Pero tu crees?. Deja la broma Miguel. Tu como que nos estás engañando.
MIGUEL:       No señor. Yo no los estoy engañando. Finita De La Torre vendrá y ya verán ustedes, todo lo que pasará después que ella esté aquí.
CAROLINA: (Llega sin tocar la puerta, entrando directamente a la casa). Permiso señora Luisa.
LUISA:           Dime Carolina.
MIGUEL:       Caramba, Carolina, tanto tiempo sin verte. ¿Cómo te va?
CAROLINA: Bien Miguel ¿Y a ti?
MIGUEL:       Muy bien. Me encantaría hablar contigo.
CAROLINA:  Oye pero yo ya te pagué todo lo que te debía.
MIGUEL:       Pero no es eso chica. Caramba, yo no se que le pasa a ustedes conmigo. Parece que uno solo viviera del dinero y que no tiene nada de sentimientos.
JOSE:            Por algo será. ¿No te parece?
MIGUEL:       Eso y llamarlo usurero a uno es lo mismo
JOSE:            Lo dijiste tu. No nosotros.
LUISA:           Pero...¿Y tu qué querías, muchacha?
CAROLINA: ¿Yo?. Ah bueno si. Es que yo vine a saber si le sirvió el vestido.
LUISA:           La verdad es que no he tenido ni tiempo para medírmelo.
JOSE:            Yo no creo que le sirva, ya se lo dije.
MIGUEL:       ¿De qué están hablando?
LUISA:           De un vestido que me mandó la comadre Esther.
MIGUEL:       Esto si que es el colmo José. ¿Un vestido usado?. ¿Un trapo viejo?
CAROLINA: No es ningún trapo viejo, para que lo sepas.
MIGUEL:       Bueno. Bueno. Yo no quise decir eso. (Dirigiéndose a José) ¿Dime si no es justo que por lo menos en esta ocasión Luisa se estrene un vestido?
LUISA:           ¡Ay!. Pero eso a mi no me importa.
JOSE:            (Se dirige a Miguel) Y no es tu problema.
LUISA:           Además el vestido está muy bonito.
MIGUEL:       Cien vestidos le podrías comprar si no fueras tan necio.
CAROLINA: Bueno, yo mejor me voy. Hasta luego.
MIGUEL:       Pero espérate. Deja el apuro. (Agarrándola del brazo). No te vayas todavía.
CAROLINA: Es que yo solo venía para eso.
MIGUEL:       No importa. Te invitamos a quedarte con nosotros.
JOSE:            Pero bueno, si tiene algo que hacer déjala tranquila.
MIGUEL:       ¡No señor!. ¿Y se va a perder lo de Finita De La Torre?
CAROLINA:  ¿Qué Finita?. ¿La de la televisión?
MIGUEL:       La misma que viste y calza.
JOSE:            Miguel, por favor.
MIGUEL:       Viene en un rato para acá.
LUISA:           ¡Ay si mija!. ¿Qué te parece?
CAROLINA:  No lo puedo creer. ¿Qué viene a hacer Finita De La Torre para acá?
JOSE:            Miguel. Ven acá.
MIGUEL:       Voy. Voy. (Se dirige hacia dónde está José)
JOSE:                        Pero bueno chico. ¿Qué es lo que te pasa?. No llegamos a ninguna conclusión con eso. Déjate de estar diciendo nada.
MIGUEL:       Pero José Caramba, tu pareces tonto. ¿No ves qué eso es parte de la cuestión?. Ahorita mismo sale corriendo de aquí y se lo cuenta a todo el mundo.
JOSE:                        Pues no me interesa (En ese momento tocan la puerta con gran fuerza)
MIGUEL:       ¿Ves? Allí está. Y tu con esta discutidera.
LUISA:           ¡Ay Dios mío!. ¿Quién será?
MIGUEL:       (Dirigiéndose a abrir la puerta. Entra Finita seguida por su camarógrafo) . Hola Finita.
FINITA:          ¿Qué tal Miguel, querido, cómo te va?
CAMAROGRAFO: Buenas. Buenas. ¿Cómo están todos?
FINITA:                      (Dirigiéndose al camarográfo) ¡Tu cállate! (Le extiende la mano a Miguel quien se la besa ceremoniosamente). Aquí estoy como habíamos quedado. ¿Quién es la víctima?. ¿Estás seguro que esta es la chica?. (Señalando a Carolina). Mi amor pero te ves tan bien.
CAROLINA: ¡Señora!..........Gracias.
FINITA:          (Dirigiéndose a José y dándole la mano). Sentido pésame amigo.
JOSE:            Señora. No me de el pésame que aquí no se ha muerto nadie.
LUISA:           (Acercándose emocionada y algo tímida) . ¡Hola Finita!
FINITA:          Mis condolencias mi amor. Lo siento mucho. ¡Ay!. Pero los hijos son así, ingratos. Las madres se sacrifican toda la vida y .......
JOSE:            (Interrumpiéndola) ¿Y los padres qué?
FINITA:                      Ellos menos mi amor. Recientemente hice un programa sobre paternidad irresponsable y no te quiero ni contar los resultados. El programa hasta permitió descubrir que el cantante Junio Catedral tiene un hijo...
CAROLINA: ¿Junio?. No lo puedo creer.
FINITA:                      Puedes creerlo. Tal como te lo digo. Ahora a raíz de mi programa enfrenta una demanda. Ustedes saben que mi lucha es social. La Madre Teresa lucha desde su lugar y yo desde el mío.
JOSE:            Mire señora...¡Como se llame!. A mi no me gusta para nada la idea.
FINITA:                      A mi tampoco. No señor. No quiero que me canonicen. Eso si es verdad que no va conmigo. ¿Se imaginan en un tiempo, la gente hablando de Santa Finita?. ¡Qué va mi amor!. Cualquier cosa menos santa. (Se vuelve a dirigir a Carolina) Chica. Ya me había olvidado de ti. ¿Te pintas el pelo?
CAROLINA: No.
FINITA:          Pero lo tienes tan negro que cualquiera creería.
CAROLINA: Y eso que uso champú de manzanilla.
FINITA:          ¿Qué es eso?. ¿No te parece qué es una falta de glamour?
CAROLINA:  No. no.
FINITA:                      Pero no importa mi amor. Te ves tan bien que nadie diría que estás al borde de la muerte. ¿Cómo es posible que estés pensando?...............
MIGUEL:       (La interrumpe) Finita. Finita. estás equivocada.
FINITA:                      Muchachos, (Dirigiéndose al camarográfo y al asistente) Una toma aquí en la urna, por favor. Así (Gesticulando). Un paneo. Ustedes saben. Que se vea bien. Además la urna es tan bonita, con ese color tan alegre. Tienen buen gusto. Si señor. Los Felicito. Yo siempre lo he dicho que hasta en el momento de la muerte uno no puede perder el buen gusto. No, que va. En ese momento menos, porque es cuando más gente lo ve a uno. ¿No es así? (El camarográfo comienza a grabar. Moviéndose de un lado a otro con la cámara en el hombro)
MIGUEL:       Si claro Finita, tienes razón. Pero oye, lo que pasa es que.......
FINITA;                      Se imaginan cuanta gente irá a mi entierro el día que yo me muera. No lo quiero ni pensar. Miles, miles de personas, todos esos que como ustedes me ven todos los días en el programa. ¿Por qué ustedes me ven todos los días, no es cierto?
LUISA:           Ay si Finita. Yo te veo siempre.
FINITA:                      ¿Se dan cuenta?. Así es en todas las partes a las que voy. Me ven. Me ven. Me reconocen. Me piden autógrafos. Por cierto si tienes algo por allí donde te pueda firmar, búscalo ahora, antes de que empecemos a trabajar porque después será muy difícil (se dirige a los muchachos) Paren ya. Después continuamos (Luisa sale corriendo a buscar un papel) Yo me tomo tan en serio el trabajo que mucha gente no entiende que hasta tres segundos que me toma firmarle un autógrafo a alguien se me convierte en una eternidad, porque.........Bueno, es como romper la inspiración.(Luisa entra y sostiene el papel en sus manos). ¿Ustedes entienden, verdad?
MIGUEL:       Finita, si me dejas explicarte.
LUISA:           (Acercándose a ella) Aquí tiene. Puede firmarme aquí.
JOSE:                        (Se acerca violento y agarra a Luisa del brazo. Se dirige a Finita)...Señora..
FINITA:                      Un momento. Un momento. Déjame ver Luisa. (Tomando el pedazo de papel) ¿Qué te pongo?
MIGUEL:       Finita. Escucha. Es importante.
FINITA:                      Miguel mi amor. No me interrumpas que me estoy inspirando para escribirle algo inolvidable a Luisa. Tu eres un hombre de negocios. ¿No es cierto?
MIGUEL:       Si. Si lo soy.
FINITA:                      Vamos de nuevo. Respóndeme. ¿Te interesa ganar dinero?. ¿Cierto?
MIGUEL:       Si , claro que si.
FINITA:                      Entonces deberías saber que un autógrafo es un gran negocio sobre todo en el caso mío.¿ Tu te imaginas?. Te lo digo ahora porque estamos en una situación como esta con una urna por delante. ¿Tu te imaginas el día qué yo me muera lo que va a costar un autógrafo mío?. ¡Ni te lo cuento mi amor!. Un caso así como el de Elvis Presley. Todo. Todo lo del pobre hombre lo han ido vendiendo. En millones. escúchame bien. Millones de dólares. ¿Qué la familia son unos negociantes sin alma?. Pues no. ¿Quién te dijo eso?. Lo que pasa es que uno se debe a su público. Es normal y natural que la gente que te siguió toda la vida quiera tener un recuerdo de uno. ¿Si no dónde queda todo lo qué uno hizo?. ¿En el olvido?. No es justo.
JOSE:            Miguel por favor (Desesperándose) . ¿Qué es esto, chico?
MIGUEL:       Finita. Mira.
FINITA:                      Muy bien. Llegó el momento de la inspiración. (Mientras escribe dice el texto en voz alta) "Para ti querida Luisa. Una mujer abnegada e incomprendida por el mundo. que este momento sea un recuerdo eterno que nos una para siempre. (Levantando la mirada del papel. Se dirige sonreida a Luisa) ¿Te gusta Luisa, querida?
LUISA:                       (Toma el papel que Finita le entrega y lo pega emocionada de su pecho). ¡Ay!. Muchas gracias Finita. Eres muy amable.
CAROLINA: Ay Señora Finita. Si no es molestia para usted. ¿Podría firmarme un autógrafo a mi también?
FINITA:                      Pero mi amor. ¿Y tu para qué quieres un autógrafo? Será para meterlo en tu urna. Bueno, yo te entiendo. Al yo escribirte algo te estarás llevando un pedacito de mi contigo hasta la eternidad. Caramba. Suena bien. (Observa a su equipo de trabajo y se dirige a ellos de inmediato) Muchachos. Muchachos sigan grabando las tomas de apoyo. No se distraigan por favor que nos falta mucho por hoy.
CAMAROGRAFO: Pero tu dijiste que paráramos
FINITA:          Bueno. Ahora les digo que sigan. (De inmediato comienzan a grabar)
CAROLINA: Oiga¿ pero que le pasa? Yo...
MIGUEL:       Deja. (Habla mirando a Carolina) Deja que yo le explique.
FINITA:                      No es necesario Miguel. Por favor, yo estoy capacitada para entender cualquier cosa. Siendo así primor, por supuesto que te firmaré un autógrafo. Dame acá. Déjame ver que te pongo aquí.
JOSE:                        Yo no aguanto más esto. Me voy. (De inmediato sale dirigiéndose a la parte interna de la casa. Luisa lo sigue)
LUISA:           Viejo. Espérate vale. (Sale)
FINITA:                      ¡Ay pobrecito!. El si que está nervioso caramba. Pero es comprensible. Claro. Estos momentos son muy duros. Tu si que eres inteligente Miguel. Acompañando a esta gente. Haciendo que el país entero se preocupe por lo que les está pasando. Si existe un cielo, ya te lo tienes ganado. (Asombrada de la maravillosa idea que se le acaba de ocurrir) ¡Oye!. Pero esto si que es una buena idea y podría ser un tremendo programa de televisión, hasta soy capaz de hacer un programa de una hora. Estoy segura que cuando lo plantee en el canal van a estar de acuerdo. Me imagino desde ya los miles de anunciantes y el presidente de la planta feliz. ¡Feliz!. Hasta podré pedir un nuevo aumento de sueldo porque tengo tres meses, tres meses aunque ustedes no lo crean que no me aumentan ni una locha y ya uno no puede vivir con lo que gana.
CAROLINA: ¿Pero de qué hablas Finita? Ahora no entiendo nada.
FINITA:                      Mi amor, muy simple. Tu te mueres ¿Verdad? Todo tal cual y como está planeado. Entonces nosotros hacemos un pacto. Aquí. Ahora. Un pacto entre los tres. Tu te mueres..
CAROLINA: Pero. Yo no me quiero morir. ¿Qué es esto, yo no entiendo nada?
FINITA:                      Y entonces. ¡Agárrense!. Aquí viene la maravillosa idea. El non plus ultra de los programas. El más grande éxito del siglo. Si es verdad que hay un cielo te comunicas de inmediato con Miguel y le cuentas todo lo que veas. Lo que sientas.
MIGUEL :      Estás loca Finita. Yo no aguanto semejante susto.
FINITA:                      No seas cobarde chico. Emociónate. Lo más importante será la fama. Tu Miguel enseguida me llamas a mi y yo te entrevisto. (Se dirige a Carolina). Pero eso si mi amor, tu nos tienes que dejar pruebas ciertas. No vaya a ser que después digan que somos unos amarillistas, porque tu sabes que en este país las cosas son así. Uno dice la verdad y entonces listo, llega un envidioso y dice que uno lo que está haciendo es amarillismo. Y eso no es justo, porque para algo uno se mata trabajando, buscando por allí la verdadera noticia. La noticia que debe conmover los corazones de todo el país. Pero está bien, no nos desviemos de lo que estábamos, te iba a firmar tu autógrafo y luego vamos a hacer el pacto. Vamos a ver. Querida..ay mi amor. No me se tu nombre pero me imagino que en el más allá eso no importa. ¿O importará?
MIGUEL:       Por supuesto que importa.
CAROLINA: ¿Más allá?. ¿Cual más allá?.
FINITA:          Tu crees Miguel, que importe. ¿De verdad?
MIGUEL:       Si Finita, claro que importa. No ves que antes, cuando la iglesia funcionaba de verdad, uno mandaba a decirle una misa a un muerto y entonces decían el nombre y el apellido.
FINITA:          Es verdad, tienes razón.
MIGUEL:       Aunque ahora no. Entonces llega un momento en que uno no sabe, porque dicen un montón de nombres uno detrás de otro.
FINITA:                      Está bien. Está bien. No sigamos con esas explicaciones superfluas. ¿Cómo es qué es tu nombre, mi amor?
CAROLINA: Yo me llamo Carolina, pero..
FINITA:          ¿Carolina?. Pero Miguel este no es el nombre que tu me diste.
MIGUEL:       Claro que no. Lo que pasa es que desde que llegaste no nos has dejado hablar.
FINITA:                      ¿Cómo es eso Miguel?. No seas grosero. Caramba, lo que he tratado desde que llegué es ser amable. Ustedes.... (Dirigiéndose al camarógrafo) pero caramba, dejen ya de grabar. Como que creen que nos regalan los cassettes (Los muchachos se miran desconcertados y dejan de realizar su trabajo, ambos se sientan) Entonces. ¿He sido amable o no?
MIGUEL:       Amable has sido Finita. Yo no digo lo contrario, pero es que..
FINITA:                      Muchachos. Muchachos. Mejor nos vamos de aquí. (Los muchachos se levantan)
MIGUEL:       Pero espérate Finita déjame explicarte.
FINITA:                      Recojan todo. A mi tu no me engañas Miguel. Frecuentemente uno es víctima de gente como tu, que llega a la redacción con cuentos insólitos, pensando que uno no tiene nada que hacer. Y uno ¡Zas!, cae como un tonto. Se cree lo que le dicen y después tremendo embarque, pero ya sabes que si es así, los cheques esos quedan sin efecto.
CAROLINA: ¿Qué cheques? (Los muchachos se sientan de nuevo)
MIGUEL:       Tu te callas Carolina. No te metas en esto que nadie te dio vela en este entierro. Escucha Finita, lo que sucede es que efectivamente Carolina no es la muchacha de quien te hablé, pero tu fuiste la que te confundiste toda cuando llegaste aquí, porque no me dejaste presentarte a la gente de una manera formal.
FINITA:          ¿Y si no es ésta la muchacha, entonces, dónde está la verdadera?
MIGUEL:       En la iglesia. En la iglesia, por eso no está aquí.
FINITA:                      ¿En la iglesia?. Pero caramba eso si que es una tremenda escena para el reportaje (Entusiasmada de nuevo). Vamos hasta allá. Muchachos recojan los equipos y vamos hasta la iglesia (Los muchachos se levantan).
MIGUEL:       No. Eso si es verdad que no lo puedes hacer, Finita.
FINITA:                      Pero, ¿por qué?. Imagínate. Hacemos un plano general y nos vamos acercando poco a poco con la cámara encendida hasta donde está ella. Eso va a emocionar mucho a la gente. La tomamos allí, en perfecta comunión con Dios. En su casa, a lo mejor pidiendo perdón, por lo que piensa hacer. ¿No te parece?.
MIGUEL:       No. No me parece.
FINITA:                      ¡Ajá!. Eso no me importa. Ya no me importa lo que a ti te pueda parecer. Lo que quiero es que me aclaren ya esta situación para poderme ir a la iglesia (Se dirige a Carolina). Entonces. ¿Quién eres tu?
CAROLINA: Una amiga de la casa.
FINITA:          ¿Dime?. No sería emocionante lo que estoy diciendo.
CAROLINA:  Si creo que si.
MIGUEL:       Si haces eso te quito la primicia (Los muchachos vuelven a sentarse, el camarógrafo enciende un cigarrillo)
FINITA:          Ah, ahora después de todo este tiempo perdido me vas a chantajear.
MIGUEL:       Yo no te estoy chantajeando.
FINITA:          Si lo haces y te quiero recordar quien soy yo.
MIGUEL:       Pero Finita, eso no le he olvidado. Lo que pasa es que tu no quieres entender. Y todo es muy simple. Aquí lo que ha habido es un mal entendido. Escúchame un momento, dada la situación que nos perjudica tanto a ti como a mi. Yo creo que lo mejor es tener un poquito de paciencia, porque yo no lo sabía, sino por supuesto que te lo hubiera dicho.
FINITA:                      Perfecto. Perfecto querido Miguel. Yo no digo lo contrario, pero todo esto tu debiste preverlo, porque en televisión todo es dinero. Dinero. ¿Entiendes?. Por supuesto que lo entiendes, porque ese es tu fuerte, según entendido. ¿O me equivoco?
MIGUEL:       Pero por supuesto que lo entiendo.
CAROLINA: Esperen, yo creo que me voy. Hasta luego Finita.
FINITA:          (Perdiendo el control). Nadie se mueve de aquí. ¿Entendido?
CAROLINA: (Asustada) Si. Si.
MIGUEL:       Pero Finita.
FINITA:          Finita nada. Caramba. ¿Qué se han creído?
MIGUEL:       Nada Finita. Ya te expliqué. No puedes entender solo un poco, lo que ha estado pasando. Es que aquí todos estamos muy nerviosos. Sin dinero la vida no vale nada. Y esa es la mayor amargura y descontrol de todos. (enseñándole su reloj) Mira. Mira la hora, te aseguro que en un momento estará aquí Isabelita. Lo que quiero que entiendas además es que si vamos a la iglesia, no ganamos nada. A lo mejor, mientras nosotros vamos ella viene. Eso es lo más seguro. Entonces, perderemos más tiempo del que tenemos previsto.
FINITA:          En eso tienes razón.
MIGUEL:       ¿Te das cuenta?
FINITA:          Pero en eso nada más. Así que no te entusiasmes.
MIGUEL:       No. No. No me estoy entusiasmando.
FINITA:          Muy bien. ¿Y entonces?
MIGUEL:       ¿Qué te parece si vamos a tomar un café y así bajamos un poco las tensiones?
FINITA;                      ¿Pero a dónde Miguel?. Está bien a mi me gusta mucho el café, pero mejor lo tomamos aquí.
MIGUEL:       ¿Aquí? No. Aquí no. No es bueno seguir molestando a esta gente. Muy cerca hay un cafetincito donde podemos hacerlo.
FINITA:                      ¿Tu no entiendes que mi trabajo es primero?. Trato de explicarte y nada. Además no logras pegar una con lo que dices.
MIGUEL:       Bueno, la verdad es que no se que hacer. ¿Entonces?
CAROLINA: Yo si creo que es bueno que se tomen un café.
MIGUEL:       ¿Y a ti, quién te preguntó?
CAROLINA:  Nadie, pero es que...
MIGUEL:       Es que nada. Si Finita no quiere, no quiere y ya. ¡Basta!. No se hable más del asunto (En ese momento alguien toca la puerta)
FINITA:          (Emocionada). Listo allí está. Preparen la cámara.
MIGUEL:       (Corre hacia la puerta y la abre. Aparece un muchacho con los dos candelabros). ¿Qué desea?
MUCHACHO: Buenas. Yo vengo de parte de la funeraria.
FINITA:          ¿Y ahora qué pasa?
CAROLINA:  ¿De la funeraria?
MUCHACHO: Si.
MIGUEL:       Un momento. Un momento. Voy por el señor José. (Miguel entra apresurado por la puerta que da hacia la cocina)
FINITA:          ¿Qué tal, cómo estás?
MUCHACHO: Bien. ¿Y usted?
FINITA:          Muy bien. ¿No me ves?
MUCHACHO: ¿Usted no es la artista de televisión?
FINITA:                      Por supuesto. ¿Quién más crees qué podría ser?..¿Y tu, cómo te llamas?
MUCHACHO; Luis Carlos.
FINITA:          Muy bien, Luis Carlos. ¿Tu me permites hacerte una entrevista?
LUIS CARLOS: ¿Qué es eso?
FINITA:          Bueno, unas preguntas para la televisión.
LUIS CARLOS: Eso quiere decir que voy a salir en su programa y todos me van a
ver.
FINITA:          Por supuesto, querido. Todos te van a ver hablando conmigo.
LUIS CARLOS: Ah Bueno, si. Pero yo no se lo que voy a decir.
FINITA:                      Tu no te preocupes por eso. Yo te pregunto y tu respondes. (Dirigiéndose al camarógrafo) Ustedes vénganse por aquí. Y tu Luis Carlos párate en el medio de los candelabros (El muchacho hace enseguida lo que ella dice).
CAROLINA: ¿Y yo no puedo estar al lado de el?
FINITA:                      No. No mi amor. La entrevista es con el. Muy bien. ¿Preparados? (Pregunta al camarógrafo)
CAMAROGRAFO: Cuando quieras.
FINITA:          Muy bien queridos amigos míos, aquí estamos con Luis Carlos. El viene directamente de la funeraria que..(En ese momento entran al salón Miguel, seguido por José y por Luisa)
MIGUEL:       Aquí están..
FINITA:          Miguel. Voy a grabar.
JOSE:            Usted no va a grabar nada.
LUISA:           No le hables así, viejo.
JOSE:                        ¿Cómo estás?. (Dirigiéndose a Luis Carlos). Gracias por venir a traer los candelabros.
LUIS CARLOS: De nada señor. Eso se lo manda..
JOSE:            Ya se quien me los manda.
LUIS CARLOS: ¡Ah bueno!
JOSE:            Entonces. Hasta luego.
LUISA:           Están muy bonitos, José.
FINITA:          Claro que están muy bonitos.
LUIS CARLOS: Pero señor. Yo estaba con Finita...
FINITA:          Ah, eso si es verdad.
JOSE:            Usted no estaba nada. Se puede ir.
MIGUEL:       José está interrumpiendo el trabajo...
JOSE:            Adiós. (Empujándolo) Adiós y muchas gracias. (Luis Carlos sale no muy conforme).
FINITA:          Pero señor José.
JOSE:                        Ya basta, esta es mi casa y en este momento lo que necesito es colocar los candelabros donde van a ir.
FINITA:                      Está bien. No voy a seguir oponiéndome a sus deseos. Colóquelos (Se dirige al camarógrafo). Pero tu graba.
JOSE:            ¿Te gustan Luisa?
LUISA:           Claro que si...
FINITA:                      Son una belleza. Los propios candelabros clásicos. A mi me encantan estas cosas. Los objetos. Es decir, en ese estilo. Siempre dan un tono muy particular en las decoraciones.
JOSE:            Esto no es una decoración.
MIGUEL:       Claro que lo es.
FINITA:                      ¿Me va a decir usted a mi lo qué es o no es una decoración?. No estimado amigo. Está muy equivocado. Toda mi vida he sido una mujer de buen gusto, que además sabe de lo que está hablando.
JOSE:            Cállese.
FINITA :                     No me callo. En mi programa en las mañanas damos los mejores consejos sobre este aspecto. La gente de más clase del país me llama para consultarme. ¿Y usted se va a dar el lujo de decir qué no se de lo qué estoy hablando?
JOSE:            Bueno. No me importa su opinión.
LUISA:                       (Interponiéndose entre los dos) Viejo, pongamos eso con tranquilidad.
FINITA:                      Pero por supuesto. No entiendo para nada el porque de esta alteración. El estilo clásico no tiene la culpa de lo que les está pasando a ustedes.
JOSE:                        (Ignorándola se dirige a Luisa. Después de colocar los candelabros, uno en cada esquina) ? ¿Te gustan aquí?
FINITA:          Yo soy de la opinión de ponerlos un poco más cerca.
JOSE:            Nadie le preguntó.
LUISA:           ¿Tu crees Finita?
JOSE:                        Esto es lo último. ¿Te importa más lo qué ella dice qué lo que yo hago?
LUISA:           No viejo. Pero ella simplemente está....
JOSE:            Entrometiéndose.
MIGUEL:       Déjame ayudarte, José...........
JOSE:                        Tu a mi no me ayudas. Lo mejor es que te vayas de mi casa y te lleves esta loca de aquí.
FINITA:                      ¿Cómo se atreve a llamarme loca?. (Totalmente descontrolada). ¡Paren ya de grabar!
CAMAROGRAFO: Si Finita. (Fastidiado)
MIGUEL:       José. Finita es una dama.
JOSE:            Dame el co.........
LUISA:                       (Corriendo a abrazarlo y taparle la boca) Viejo. Viejito. Estás nervioso. Cállate ya. Vamos a terminar de poner los candelabros que va a llegar Isabelita y tu lo que estás es con esta pelea. (Se voltea hacia Finita) . Entonces Finita. ¿Qué decías tu, de dónde deben ponerse los candelabros?
FINITA:          Juntos querida. Hay que ponerlos juntos.
LUISA:                       ¿Pero por qué, si así en las esquinas se ven tan bonitos. Es qué tiene alguna explicación que estén juntos?
FINITA:                      Pero por supuesto querida. Los candelabros tienen una función específica.
LUISA:           ¿Ah si?
JOSE:            Dígame cual. Si sabe tanto.
FINITA:          Bueno. Alumbrar la cara de la persona que está en la urna.
LUISA:           Entonces hay que ponerlos como dice Finita, viejo.
JOSE:                        (Cediendo ante la situación) Está bien. Está bien. Como que sabe algo.
FINITA:          Claro que sé.
LUISITA:        Claro que sabe.
JOSE:                        (Derrotado) ¿Dígame entonces, dónde los pongo?. (Todos se paran juntos frente a José para darle indicaciones)
FINITA:          Ponlos un poquito más a la izquierda.
MIGUEL:       ¿Tu crees?
JOSE:            Dígame rápido.
LUISA:           A mi me gustan ahí.
CAROLINA: Está bien. Están bien. No se mueva señor José
JOSE:            Ya. ¿Me puedo salir de aquí, verdad?
FINITA:                      Pero por supuesto querido José. ¿Qué pretendes, quedarte allí metido?. Estarás loco.
JOSE:            No abuse. No abuse de la confianza.
MIGUEL:       Muy bien. Creo que con ese detalle ya tienen todo listo.
LUISA:           Si, eso creemos.
MIGUEL:       José. ¿No crees que Isabelita está tardando mucho?
JOSE:                        Bueno, no se. Pero estoy seguro que no pasará mucho tiempo para que venga.
FINITA:                      Ya. Ya. Dejen ya de grabar. ¿Pero ustedes como qué creen que esto es un largometraje?
JOSE:            ¿Estaban grabando?. ¡Pero esto es el colmo!
MIGUEL:       Ya. Ya. No empecemos de nuevo. Finita, creo que ha llegado el momento de irnos a tomar el café que te dije.
FINITA:                      Está bien. Creo que ha llegado el momento de aceptártelo. Después de todo como que no podemos hacer mucho más hasta que llegue Isabelita.
MIGUEL;       Vamos pues (Se dirige al camarógrafo). Ustedes también muchachos. Vengan. Y tu Carolina.
FINITA:                      Un momento. Un momento. (Revisando en su bolso). ¿Dónde están mis lentes oscuros?. Es de terror eso de salir por allí sin los lentes. Todo el mundo empieza a reconocerme y entonces, listo. Autógrafos por aquí . Autógrafos por allá. (Saca los lentes y se los pone )
MIGUEL:                   Pero Finita, eso debería ser un orgullo para ti. Por aquí todo el mundo ve tu programa. ¿Te imaginas cuando te vean en persona.? ¡Qué emoción!. Será un momento que el barrio no podrá olvidar jamás.
FINITA:                      ¿Tu crees Miguel que contribuiré en algo a la felicidad de esta gente. ?
MIGUEL;       Pero por supuesto Finita.
FINITA:          Siendo así (Se quita los lentes de inmediato). Entonces vamos, ya me estoy muriendo por ese café.
LUISA:                       ¿Pero cómo es eso?. ¿Cómo creen que se van a ir a tomar un café afuera, si yo con mucho gusto se los puedo preparar.
FINITA:          No mi amor. De ninguna manera. No te vas a tomar esa molestia.
LUISA:           No es ninguna molestia.
JOSE:                        Claro que no. Tómense el cafecito aquí y ya está. Total como que no me puedo deshacer de ustedes. ¿Verdad?.
FINITA;          No importa, de verdad. Así tomamos un poquito de aire.
MIGUEL:       Ya volvemos. Ya volvemos. (Salen todos unos detrás de otro).
JOSE;            Claro. Algo se trae ese tramposo entre manos.
LUISA:           Pero viejo. Te estás tomando muy a pecho lo de Miguel
JOSE;                        ¿Cómo me dices eso?. ¿Tu sabes lo qué significa lo qué está pasando?. Este tipo está loco. Es un usurero.
LUISA:           No exageres mi amor. Lo que está es tratando de ayudarnos.
JOSE:                        ¿Ayudarnos?. Con esa Finita que está loca de remate. Lo que tienen es su negocio cuadrado. ¿Y cómo crees tu que yo me voy a quedar tranquilo, cuando se qué detrás de eso lo que está es la muerte de mi hija?.
LUISA:                       Viejo. Viejo. Lo que pasa es que tu siempre estás viendo la mala intención detrás de la gente.
JOSE:                        Pues no se. Pero apenas regresen la tal Finita esa va a tener que recoger su perolero y se van de aquí inmediatamente.
LUISA:           ¿Y qué le vas a decir Miguel?.
JOSE:                        ¿Qué me interesa a mi el tal Miguel?. ¡Caramba!. Que se vaya también y que no se le ocurra pisar esta casa nunca más.
LUISA:           Viejo no puedes hacer eso. Porque te dio un cheque.
JOSE:                        Que se lleve su cheque. Yo he sido un limpio toda mi vida y no me voy a ensuciar las manos ahora.
LUISA:                       ¿Y a ti te parece bien qué hayamos vivido como lo hemos hecho, si tenemos la oportunidad de vivir un poquito mejor?
JOSE:                        Ay Luisa. Caray. Pareces una niñita. Ni que ese cheque fuera una gran cosa que va a cambiar nuestra vida. Yo solo quiero que se respete a mi hija, que se respeten sus sentimientos. No que se especule con ellos. (De inmediato se abre la puerta y entra Isabelita)
LUISA:           Isabelita, hija.
JOSE:            Mi amor. ¿Dónde estabas metida?
ISABELITA: ¿Cómo dónde papá?. Yo te dije que iba a la iglesia.
JOSE:            Si mi amor. Pero pasaste casi medio día allá.
LUISA;           Ay hijita me tenías muy preocupada.
ISABELITA: ¿Pero por qué se preocupan?. Claro que todo el tiempo no estuve en la iglesia. Después de rezar un rato me fui a caminar al parque.
JOSE:            ¿Y te sientes bien?
ISABELITA: Pero por supuesto. Nunca me he sentido mejor (Ve a su alrededor) ¿Y qué es todo esto?.
JOSE:            Te queríamos dar una sorpresa.
LUISA:           ¿Te gusta?
JOSE:            Tu me dijiste que querías tener tu urna.
LUISA:           Esa es mi amor. Tu papá salió corriendo a comprarla para complacerte.
JOSE:            ¿Pero te gusta?. ¿Te gusta?.
ISABELITA:  Bueno es que..
JOSE:            Mira, arreglamos todo tal cual...
LUISA:    Las sillas. Alquilamos las sillas. Bueno, sabemos que no serán suficientes. Pero por lo menos los primeros que lleguen, podrán sentarse.
JOSE:      Y tu foto mi amor?. ¿Dime si no es un detalle bien bonito?. Dímelo. Di algo por favor, Isabelita.
ISABELITA: Claro que si, papá. Gracias.
JOSE:      ¿Y la cruz mi amor?.
LUISA:    ¿Te acuerdas, la cruz de tu abuelita?.
ISABELITA: Si mamá. Claro que me acuerdo. ¿Dónde la tenías guardada?.
LUISA:    Por ahí hija, pero eso no importa. Lo importante es que la conseguimos y que..Bueno. Yo creo que es un detalle bien importante.
JOSE:            Y a tu mamá se le ocurrió una idea genial.
LUISA:           ¿Cual?
ISABELITA: ¿Cual?.
JOSE:            La de las flores.
LUISA:           Ay si mi amor.
JOSE:            Vamos a hacer una lista de los vecinos que te van a mandar flores.
ISABELITA: ¿Para qué?
JOSE:            Bueno, pensamos que te alegraría saberlo.
ISABELITA:  ¿Qué?
LUISA:           Quienes harán ese gasto mi amor.
JOSE:                        Pero ven acá hija. ¿No vas a ver como es la urna por dentro?. La tienes que ver ahora.
ISABELITA: (Rechazándolo) Más tarde papá.
JOSE:                        ¿Pero cómo más tarde Isabelita?. No me vas a decir ahora, que no te gusta. Esto ha sido todo un esfuerzo.
ISABELITA: Ya veo. Pero me gustaría ver la más tarde. Después que me de un baño y descanse un poco.
LUISA:           Si hija.
JOSE:                        Es más, deberías probarla. Si quieres yo te ayudo, para que veas si es cómoda.
ISABELITA:              No. No papá. Eso no. (En ese momento se abre la puerta).
MIGUEL:                   ¡Isabelita, llegaste!. Caramba. Tenemos toda la tarde esperándote.
ISABELITA:              Hola Miguel.
FINITA:                      Llegó. ¡Cámara!. ¡Luz!. ¡Qué maravilla. Por fin!. Pásame el micrófono, Raúl.
ISABELITA:              ¿Qué es esto, papá?
JOSE:                        Ah no se. A mi no me preguntes.
LUISA:                       A mi tampoco, hija. (El camarógrafo corre y agarra la cámara para comenzar a grabar).
FINITA:                      Soy Finita De La Torre. Tengo un programa matutino de televisión todas las mañanas. Me imagino que lo debes haber visto alguna vez. ¿Verdad?.
ISABELITA:              Si, claro. ¿Pero qué haces aquí?. Y con esos aparatos.
MIGUEL:                   Muy sencillo Isabelita. Ven. Yo te lo puedo explicar. Resulta que Finita supo de tu caso.
ISABELITA:              ¿Cómo lo supo?
MIGUEL:                   Bueno. Yo. Yo se lo conté. Entonces ella se interesó en conocerte.
FINITA:                      Y conversar contigo, para el programa. Tu sabes. Millones de personas frente al televisor. Conmovidos. Viéndote narrar tus experiencias. Aquí en tu propio hogar en las últimas horas.
JOSE:                        Hija. Si no quieres no lo hagas. Esas son locuras e inventos de Miguel.
FINITA:                      Tu aquí con ese rostro maravilloso de pesadumbre.
MIGUEL:                   Anda Isabelita. Di que si. A la gente le va a interesar mucho conocer tu historia.
JOSE:                        Hija; Si no quieres no lo hagas. Ya te lo dije.
LUISA:                       Si hijita. Ya oíste a tu papá.
ISABELITA:              En conclusión lo que quieren es hacer un programa de televisión, conmigo?.
FINITA:                      Exactamente.
JOSE:                        Te lo dije.
MIGUEL:                   Eso es. ¿No es una maravilla?.
JOSE:                        Ya se hija. Ahora mismo les pido que se vayan.
ISABELITA:              No papá. Déjalos. Claro que me interesa hacer un programa de televisión.
FINITA:                      Muy bien.
MIGUEL:                   Bravo. Bravo. Yo sabía. Tu siempre tan consciente.
JOSE:                        Pero hija.
ISABELITA:              Está bien papá. Me gusta la idea.
LUISA:                       Ay hija, que bueno.
JOSE:                        Luisa.
ISABELITA:              Pero eso sí.
FINITA:                      ¿Qué?. ¿Qué?. Di rápido.
MIGUEL:                   ¿Qué quieres Isabelita?.
ISABELITA:              Cinco minutos. Que me den cinco minutos para peinarme y echarme un poquito de pintura en los labios.
FINITA:                      Pero por supuesto, no faltaba más. Tómate el tiempo que quieras. Total, ya habíamos esperado bastante.
MIGUEL:                   No le hagas mucho caso. Isabelita. Anda a arreglarte. Pero no te vayas a tardar mucho. ¿De acuerdo?.
ISABELITA:              Si. Si. Tranquilos. (Isabelita sale de la habitación detrás de ella salen corriendo José y Luisa)
MIGUEL:                   ¿Qué te dije Finita?. ¿Qué te dije?. Yo soy un hombre de negocios. Yo se cuando algo va a salir bien.
FINITA:                      Si, pero bastante que nos costó, porque este par de viejos son de un terco. Jamás me había costado tanto conseguir una primicia.
MIGUEL:                   No exageres. No exageres. Ya verás después que tengas todo grabado. Después que veas el programa en el aire. Me lo vas a agradecer toda la vida.
FINITA:                      Oye. Oye. Tampoco exageres tu. Que la cosa no es para tanto. Ahora déjame organizarme, antes de que regrese Isabelita. (Observa bien el lugar) Astolfo, tu con la cámara ahí. Raúl, chequéame el sonido, para estar listos. Tu sabes, no vaya a ser que la muchacha se nos arrepienta.
MIGUEL:                   No se va a arrepentir.
RAUL:                       (Se coloca los audífonos). Listo Finita, habla.
FINITA:                      Si. Si. Aquí probando. Probando. Habla para ustedes Finita de La Torre.
RAUL:                       Bien, perfecto.
FINITA:                      Ponme dos sillas aquí Miguel. Has algo querido. (Sacando de su cartera una polvera y comienza a retocarse el maquillaje).
MIGUEL:                   ( Toma las sillas por el respaldo al mismo tiempo). ¿Dónde, dónde quieres qué las ponga?.
FINITA:                       (Señalando con el dedo) Ahí. Justo ahí. Frente a la urna. ¿Tienes clara la toma Astolfo?.
ASTOLFO:                Si. Creo que si
FINITA:                       (Guarda la polvera en la cartera y se para accionando emocionada) (Miguel contempla ensimismado). Tu comienzas, por supuesto con un primer plano mío. Así tu sabes. Cerradito. Para que nadie pueda ni siquiera sospechar, lo que hay detrás de mi. ¿De acuerdo?.
ASTOLFO:                Si. Si. Claro.
FINITA:                      Muy bien. Después lentamente vas abriendo el plano. Hasta que nos tengas a las dos en el visor, pero no se te ocurra abrir hasta que yo no te lo indique, porque si (Aparece Isabelita en la puerta interior, muy bien pintada. Acompañada de José y de Luisa).
MIGUEL:                   Ya está aquí.
FINITA:                      Pero que bien te ves. Isabelita, perfecto. Siéntate. Tu allí y yo aquí. Perfecto.
JOSE:                        Isa...¿Tu estás segura?.
ISABELITA:              Si papá. Tranquilo.
LUISA:                       Estoy tan emocionada.
FINITA:                      Bueno silencio, que vamos a empezar. Que nadie hable durante la grabación.
RAUL:                       ¡Silencio!
ASTOLFO:                ¡Silencio!
RAUL:                       Grabando.
ASTOLFO:                Grabando.
FINITA:                      Buenos días queridas amigas de su Canal 52......¡Queridos amigos!. Mis muñecotes matutinos, que se disponen a salir para conseguir el pan de cada día que tienen que traer al hogar. Mis niñitos consentidos. ¿Cómo están? ¿Felices, verdad?. Pues claro ¿Cómo no van a estar felices, si llegaron ya las vacaciones escolares?. . Yo aquí como todos los días trabajando para ustedes. ¡Ajá!. Pero ustedes lo saben bien, aquí en su programa "Tomando café con Finita", hacemos las cosas con mucho amor y con el deseo de mostrarles a ustedes lo más importante en la noticia. La denuncia. Lo novedoso. Y esta vez tenemos para ustedes un caso patético. Un caso que conmoverá a la opinión pública. A los corazones de toda la familia de nuestro país. Y más allá, porque les quiero recordar que nos vemos vía satélite en ocho países más de nuestro amado continente. Pues bien. Hoy quiero darle la bienvenida a nuestro programa a Isabelita Campos. ¿Cómo estás Isabelita?. Es un placer tenerte con nosotros.
ISABELITA:              Gracias..
FINITA:                      Pero antes de seguir conversando. Bueno, mejor dicho, antes de iniciar la conversación con Isabelita, vamos a hablar un poco de nuestros patrocinantes. Cera depilatoria "Vellos Mágicos". Una maravilla para ti querida amiga que estás esclavizada a los rigores de la afeitadora. A los riesgos de cicatrices que eso significa y ni a ti, ni a mi, ni a nadie le interesa tener unas piernas marcadas. No señor. Así que no lo olvides. Cera Depilatoria Vellos Mágicos. Y cuando de limpieza se trata. Brilla. Brilla. Tu piso y todo tu hogar con limpiador "Maravilla", con aroma a limpio siempre, como que si acabas de limpiar. Y ahora si ha llegado el momento de conocer un poco más y bien de cerca, porque aquí la tenemos en vivo y directo, sentada a mi lado, la historia de Isabelita Camero. Isabelita era una muchacha como cualquier otra. ¿No es cierto Isabelita?
ISABELITA:              Si. Pero mi apellido es Campos.
FINITA:                      Bueno, esa gente de producción pónganse las pilas con los apellidos de los invitados, ¡por favor!. Perfecto. Eso querían escuchar todos nuestros oyentes, una muchacha feliz, estudiante, por qué estudias. ¿Verdad Isabelita?
ISABELITA:              Si estudio.
FINITA:                      ¿Qué?
ISABELITA:              Secretariado.
FINITA:                      ¡Que Maravilla!. Secretariado. Isabelita es la muestra de una juventud que piensa en el futuro de nuestro país. Secretariado, que bella y eficiente carrera. Isabelita pertenece además a una familia tradicional. Un hogar donde han tratado de compartir muchas cosas pero la escasez económica, la falta de trabajo para la cabeza del hogar, ha entorpecido muchas veces sus planes. Pero continuaremos con esta maravillosa historia después de recordarles que el mejor lavaplatos es Quigra de ¡Quita La Grasa, ya!. La ayuda perfecta para el ama de casa eficiente. Y regresamos de nuevo con nuestra invitada de hoy. Ya no demos más vuelta al tema, a la sorpresa de hoy. No señor. No señora. No amigos. No podemos dar vueltas. Porque usted nunca olvidará este momento y la confesión de esta bella muchacha...Isabelita. Ha decidido morir. Así como lo oyen. Morir. Pero lo importante es que ha sido una decisión bien pensada. Comencemos desde el principio. ¿Cuántos años tienes?
ISABELITA:              26.
FINITA:                      ¿Todos aquí?.
ISABELITA:              ¿Cómo aquí?. No entiendo.
FINITA:                      Bueno. Viviendo en esta ciudad.
ISABELITA:              Si claro y en esta misma casa.
FINITA:                      ¿Con quién vives. Nos puedes contar?
ISABELITA:              Con mi papá y mi mamá
FINITA:                      No tienes otros hermanos....
ISABELITA:              Bueno. No se. Mi papá dice que cuando el estaba joven, tuvo unas aventuras por ahí y que en realidad no sabe si tiene o no otros hijos. Pero el cree que si.
FINITA:                      Si alguien está escuchando y sospecha ser hermano de Isabelita. Llame a nuestro estudio ya. ¿Te hubiera gustado conocer a un hermano?
ISABELITA:              No se. Creo que no. Porque me hubiera fastidiado mucho.
FINITA:                      ¿Cómo es eso?
ISABELITA:              Es que me gusta estar sola.
FINITA:                      ¿Desde cuándo comenzaste a pensar en suicidarte?
ISABELITA:              No se. Un día..
FINITA:                      No fue de noche.
ISABELITA:              No se. No me acuerdo.
FINITA:                      ¿Y entonces?
ISABELITA:              ¿Qué?
FINITA:                      ¿Qué pasó después?
ISABELITA:              No se. Pensé todos los días en lo mismo.
FINITA:                      Aquí señores hacemos un alto. Si, para explicarles que quizás lo más importante de esta historia, es que Isabel, si, nuestra querida Isabel, le comunicó su decisión a sus padres. ¿Por qué lo hiciste?
ISABELITA:  Bueno no se. Yo les cuento todo a ellos.
FINITA:          Hasta esto...
ISABEL:        Si.
FINITA:                      Un ejemplo maravilloso de la confianza que deben tener los padres en los hijos y viceversa. ¿Y ellos qué hicieron, cual fue su reacción?
ISABELITA: Apoyarme en todo.
FINITA:          ¿Cómo?. ¿No se asombraron?
ISABELITA: Bueno si. Mi mamá lloró y mi papá también. Con el paso del tiempo
han ido entendiendo y cada día me ayudan mucho más.
FINITA:                      Y bueno, amigos y amigas. Aquí no estamos para analizar si esta es la posición correcta o no, porque entraríamos en un tema muy polémico y no adecuado para esta hora. Sin duda que este sería un maravilloso programa para nuestro compañero Arcel Premier, en su interesante programa de media noche. Aquí lo que queremos es mostrarles el esfuerzo de unos padres comprensivos. Hoy precisamente hoy como ustedes verán, junto a nosotros que siempre les estamos llevando primicias, su padre decidió comprarle la urna y arreglar el salón de la casa para que Isabelita disfrute todo antes de morir.
ISABELITA: Pero ya no voy a morir.
FINITA:          ¿Cómo es eso?
ISABELITA:  Así. Que no voy a morir.
JOSE:            ¡No va a morir!
LUISA:           Gracias a Dios.!
MIGUEL:       (Desesperado) ¿Cómo qué no vas a morir?
FINITA:                      Cállense que estamos grabando. (Isabelita sonríe a sus padres quienes se muestran emocionados). Señores. Amigos televidentes. Isabelita parece haber cambiado de opinión. Otra primicia más para todo el país. En vivo. Directo. Con su amiga de todas las mañanas Finita De La Torre. ¿Por qué?. ¿Por qué has cambiado de opinión?
ISABELITA: Porque no me gusta el color de la urna.
FINITA:          ¿Cómo?
TODOS A CORO: ¿Cómo?
FINITA:          ¡Corten!. ¡Corten!. ¿Pero qué pasó Isabelita, te volviste loca?
ISABELITA: No.
JOSE:            ¡No le grite a mi hija. Aquí la única loca es usted !
FINITA:          Pero esa no es razón suficiente para cambiar de opinión.
ISABELITA: Claro que si es.
MIGUEL:       No señor. ¡Claro que no!
FINITA:                      ¿Cómo va a ser razón? ¿Sabes lo qué significa que todos estemos pendientes de tu decisión y tu cambies así como si nada?. El público no es un juguete muchacha.
ISABELITA:  Disculpa papá, pero esa urna es muy fea.
LUISA:           ¡Mi amor!
JOSE:            Tienes toda la razón.
ISABELITA:  Color Naranja.
FINITA:           Es moderna.
ISABELITA: Será muy moderna, pero jamás me imaginé que alguien pudiera ser enterrado en una urna color naranja.
MIGUEL:       Graba de nuevo Finita.
FINITA:          ¿Pero qué voy a grabar, es qué no estás oyendo?
JOSE:            ¡Hija, que felicidad!
MIGUEL:       José. Isabelita. Escuchen por favor.
LUISA:           No tenemos nada más que escuchar, señor Miguel.
MIGUEL:       ¡No me pueden echar esta broma!
FINITA:                      (Se dirige al camarógrafo) .Recojan todo. (Se dirige a Miguel). Yo estoy totalmente de acuerdo con ella. (Se saca un cheque del bolsillo y se lo entrega Finita) Aquí está lo que usted nos mandó. No tenemos ningún problema en devolvérselo.
FINITA:                      Un momento Señor Campos. Yo no voy a aceptar ese cheque. Tratemos de llegar a un acuerdo que es lo más saludable para todos.
MIGUEL:       Eso mismo es lo que yo digo. Isabel. ¿Tu no puedes volver a cambiar de opinión?
ISABELITA: ¿Y morirme?
MIGUEL:       Si.
LUISA:           ¡No!
JOSE:            ¡Eso jamás!
FINITA:          No. Yo me refiero a otro tipo de acuerdo.
LUISA:           Ay que llamar ya a la funeraria, para que se lo lleven todo.
JOSE:                        Si. Es verdad. A lo mejor me compran la urna aunque sea un poco más barata de lo que me la vendieron.
LUISA:           Y si no, se la regalas.
MIGUEL:       ¿Y mi dinero?
JOSE:            ¿Cual dinero, ladrón?
MIGUEL:       El que les presté para todo esto.
JOSE:            Te lo pagaré cuando me gane la lotería.
MIGUEL:       ¡¿Qué?. Tu si que estás loco, eso y nunca es lo mismo.
ISABEL:        ¿Pero de qué dinero están hablando?
LUISA:           Tu calla, hija.
FINITA:          Cálmense por favor. Después de todo tenemos una noticia.....
MIGUEL:       ¿Cuál? ¿Cuál?
FINITA:                      Tu cállate, que lo único que has hecho es meter la pata todo el tiempo. Prende de nuevo la cámara (Dirigiéndose al camarógrafo). Dame el micrófono, Raúl.
JOSE:            Antes de hacer nada dígame cual es la noticia.
FINITA:          Tranquilo. Tranquilo. Confíe en mi. Yo se lo que digo.
ISABELITA: Pero si la noticia era que quería morirme.
FINITA:                      La noticia se hace, donde y como uno quiere. Tu ven acá y siéntate de nuevo (Dirigiéndose a Isabelita) y ustedes (Con Luisa y José). Ustedes colóquense cada uno al lado de Isabelita.
MIGUEL:       ¿Y yo?
FINITA:          Tu nada.
JOSE:            Tu no eres de la familia.
FINITA:                      Muy bien, empecemos. Tal como les dije queridos amigos, aquí estamos como siempre brindándoles primicias. Hemos rescatado a Isabelita de las garras oscuras de la muerte. Ahora vemos a una familia feliz que se dispone a celebrar la victoria de la vida sobre un mal momento. Finita De La Torre transmitiendo en vivo desde el epicentro de los acontecimientos. Estamos seguros que el país entero está compartiendo esta alegría.¿Cómo se siente?.
JOSE Y LUISA: (A dúo) ¡Felices!
FINITA:                      Señor José. Creo no equivocarme al pensar que usted escogió este color de urna a propósito?
JOSE:            La verdad que no. Fue la que más me gusto.
ISABELITA: ¡¿Color naranja!?.
JOSE:            Bueno. Si.
FINITA:                      Como verán, definitivamente el color influye no sólo en los estados de ánimo, sino en las decisiones más importantes. Les prometo que muy pronto estaremos llevando a ustedes un programa especial sobre la importancia de los colores en la vida de la gente y de esta forma me despido recordándoles que mañana tendremos desde cualquier rincón del país, otra noticia. Otra vivencia tan emocionante como esta. Chao amigos. Chao.
MIGUEL:       Bravo Finita. Tu si eres maravillosa.
FINITA:                      Recojan todo imbéciles. Yo me voy. (Sale sin despedirse de nadie). Detrás de ella salen los asistentes.
JOSE:            Vamos a recoger todo esto.
LUISA:                       Con cuidado viejo. Con cuidado. No vayas a echar a perder la foto o a romper el Cristo de mamá.
JOSE:            Luisa. Tu si eres exagerada. Eso no se rompe tan fácilmente.
ISABELITA:  Yo estoy muy cansada. Me voy a dormir.
JOSE:            Que duermas bien, hijita.
LUISA:           Si mi amor. Te prometemos que mañana nada de esto estará aquí.
ISABELITA: Está bien. Ya no se preocupan. Chao Miguel.
MIGUEL:       Chao.
JOSE:            ¿Y tu todavía estás aquí?.
MIGUEL:       Si, pero me voy ya. Lo único que te quiero decir es que te ocupes de pagarme mis reales, porque sino te juro que te voy a arruinar con los intereses.
JOSE:                        ¿Qué intereses chico, si te quedaste con el cheque de Finita?. No se te ocurra volver por aquí, es lo que es. De todas formas saliste ganando.
MIGUEL:                   Está bien. Me voy. Pero no creas que esto se va a quedar así. Tu no me asustas con tus amenazas.
JOSE:            Tu a mi tampoco (lo empuja)
MIGUEL:       A mi no me toques
JOSE:            Te vas chico. ¡Te vas!. (Cierra la puerta de un solo golpe)
LUISA:           (Parada al lado de la urna) ¿Y qué vamos a hacer con esto?
JOSE:            No se vieja. No se.
LUISA:           ¿Y si la guardamos?
JOSE:            ¿Guardarla, para qué?
LUISA:                       Bueno no se. Por si uno de nosotros se muere. No tendremos que hacer otro gasto. Ni pedir préstamos ni nada de eso.
JOSE:            ¿Tu estás loca?.
LUISA:           ¡No viejo, no!.
JOSE:            Jamás permitiré que me entierren en una urna color naranja.
LUISA:           Tengo una idea. (Salen hacia el interior de la casa).
JOSE:            ¿Cual?.
LUISA:                       La podemos poner en el patio para sembrar matas y....(De pronto entra Finita seguida por el camarógrafo quien ya está grabando)
FINITA:          ¡Hola!. ¡Hola!. Regresé.
JOSE:            ¿Qué hace usted aquí?
FINITA:          Tengo una idea.
LUISA:           ¿Cual Finita?. ¿Cual?
FINITA:                      Jamás se debe perder una oportunidad para una buena noticia. ¿A qué no saben qué hacer con la urna?.
JOSE:            Es verdad. Primera vez que tiene razón.
FINITA:                      Muy bien. Silencio. ¡Grabando!. Hola Queridos amigos, amigas, niñitos, niñitas, aquí de nuevo con ustedes. Finita De La Torre. ¿Recuerdan el caso de Isabelita, aquella muchacha que rescatamos de las garras de la muerte?. Pues bien, aquí estoy en compañía de sus padres quienes con su corazón conmovido vienen a donar la que iba a ser su urna. Pues si, tal como lo oyen. Ustedes amigos necesitados de todo el país, si atraviesan por la difícil situación de no tener como enterrar a un ser querido llame ya a nuestros teléfonos 6310000-6310001 y 6310002 o al 800-URNAS instalado especialmente para esta ocasión y diga cual fue el día en que este programa salió por primera vez al aire y habrá ganado en ese mismo instante su urna color naranja.
                        (Las Luces del escenario se apagan de un solo golpe).

Julio 1.992

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