Apreciado
Carlos
Ante
la imposibilidad de conversar contigo desde el mes de enero, debido a tus múltiples
ocupaciones frente al Festival Internacional de Teatro, me dirijo a ti a través
de la presente para manifestarte mi renuncia a la junta directiva del Centro de
Directores para el Nuevo
Teatro y a mis actividades dentro de dicho organismo,
Como
de todos es sabido, ese organismo, creado por ti a raíz del Festival de
Directores, tenía como misión ser un centro en el que una serie de directores
que veníamos trabajando desde hace algunos años y otros más nuevos,
encontraríamos por fin un lugar de reunión para formular proposiciones y
obtener respaldo financiero y profesional para poder continuar con nuestras
actividades. Sin embargo, el centro desde que fue creado, ha permanecido como
un apéndice de la
Fundación Rajatabla, lo que – sin duda- entorpece sus
actividades y terminará por acabar con lo que en su origen fue una brillante
idea.
Como
directora que ha venido luchando por estabilizar un grupo desde hace ocho años,
trabajando con seriedad, continuidad y respeto por la labor de los demás, me
sumé a lo que ha sido uno de los proyectos más importantes del teatro
venezolano y tu sabes muy bien que el centro contó conmigo siempre que fue
necesario, que en reiteradas oportunidades presenté ideas y proyectos con el
objetivo de ser discutidos y que, incluso Nueva Gente facilitó su sede para
realizar reuniones cuando no se disponía de otro espacio.
Mi
ausencia de las más recientes reuniones
se debe a que tuve que tratar de solventar una serie de problemas para llevar
adelante mi plan de trabajo, el cual se encontraba paralizado por causas
totalmente ajenas a mi. Según habíamos acordado, como bien sabes, yo debí
estrenar el 8 de noviembre de 1987, pero faltando apenas tres semanas para esa fecha el señor Armando
Africano – quien en ese momento se encontraba
trabajando para la Fundación Rajatabla me informó que yo no podía estrenar
porque en esa fecha estrenaría un “reconocido director”. Después tú me
comunicaste personalmente en una reunión en tu oficina que yo abriría la
temporada estrenando la semana del 8 de enero. Pasó el mes de diciembre sin que
yo pudiera obtener una respuesta concreta sobre mi estreno por parte de la
coordinación del centro. Finalmente, ya a mediados de enero después de
reiteradas visitas y llamadas telefónicas, el señor Aníbal Grunn me informó que
no podía estrenar en la
Sala Rajatabla porque estaba ocupada con motivo del Festival
Internacional. Al mismo tiempo, me dijo que buscara yo otra sala donde
presentar el trabajo y que se lo comunicara al Centro para hacerme entrega del
dinero para la
producción. Creí haber solucionado el problema al obtener la Sala Horacio
Peterson, pero lo peor estaba aún por venir.
Es
de constancia pública que entre los aportes realizados por el Conac en 1987, se
dio treinta mil bolívares (Bs. 30.000,00) a cada uno de los directores
pertenecientes al centro para su producción del año, según proyecto presentado
por el mismo centro. Adicionalmente Fundarte dio un aporte, el cual se nos
notificó era de dieciséis mil bolívares (Bs. 16.000,00) por director, cantidad
que el centro decidió sería invertida en publicidad.
De
los aportes otorgados para los fines mencionados, solamente uno o dos directores
hicieron uso de ellos, ya que los demás aún no estrenaron .Lo cierto es que en
el momento de informar que teníamos sala nuevamente el señor Anibal Grunn nos
comunicó que lo sentían mucho pero que “no hay dinero porque Rajatabla tiene
más egresos que ingresos”. Finalmente, después de presentarnos varias veces y
llamar por teléfono, se nos notificó que nos entregarían sólo veinte mil
bolívares y que nos quedaban debiendo diez mil. En cuanto al dinero para la
publicidad, se nos dijo que no había y que, en todo caso, no se entregaba en
efectivo. Eso significó que con los veinte mil bolívares tuvimos que cubrir
tanto la producción como los avisos de prensa.
Ya
bajamos de cartelera, obtuvimos otra sala para estar un mes más presentando la
obra, y no podemos hacerlo porque nos faltan dieciocho mil bolívares para
cubrir la producción.
En este momento, un grupo como el que represento, que siempre
ha carecido de subsidio y que sin embargo ha llevado a escena innumerables
trabajos, tiene que escuchar como respuesta que no nos pueden dar el dinero que
nos deben porque se ha gastado todo en el Festival Internacional.
Toda
esta larga serie de sucesos ocurridos en torno a mi trabajo, me conducen a
presentar mi renuncia exponiendo que es lamentable que el centro de Directores
se convierta exclusivamente en un centro
de producción intermediario entre los directores jóvenes y los organismos
oficiales, sin que se nos preste ningún otro tipo de respaldo, y ni siquiera se
tenga el mínimo respeto a nuestros proyectos de trabajo con respecto a la
asignación de salas, limitando nuestra independencia creativa para la puesta en
marcha de proyectos surgidos en el seno del centro y paralizando la continuidad
de nuestro trabajo a favor de los proyectos de otras agrupaciones. Al mismo
tiempo, pienso que es necesario que el Centro de Directores asuma su
independencia económica y que las partidas asignadas se empleen para lo que se
solicitaron.
Expuestos
los puntos anteriores, deseo dejar constancia de que mi decisión no se debe al
deseo de reclamar solamente un aporte económico (que legítimamente me
corresponde) ya que he venido trabajando desde hace ocho años sin este tipo de
apoyo, gestionando otros mecanismos que nos han permitido estrenar dieciocho
piezas. Mi decisión responde a que no comparto la tergiversación que han
sufrido los objetivos originales del centro ni la forma en que se están
administrando los recursos a él asignados.
Los
problemas que hemos confrontado con el montaje de El Príncipe de Medianoche
corroboran mis afirmaciones.
Esperando
que mi posición sea motivo de replanteamientos ante una generación que se
prepara para continuar con la labor teatral que otros dignamente han
desarrollado a través de su constancia, tesón y seriedad, se despide. Amiga.
Inés
Muñoz Aguirre.
Publicado
en El Universal. Viernes 4 de marzo de 1988
No hay comentarios:
Publicar un comentario